En el Museo Histórico y Numismático “Héctor Carlos Janson” del Banco Central se armó una muestra centradas en monedas y objetos hallados en barcos hundidos
El galeón Jesús María de la Limpia Concepción había zarpado de Veracruz, México, en 1654 con más de cien toneladas de plata y oro, custodiada por una flota de veinte barcos. Sus capitanes, desorientados, la condujeron hacia un arrecife del Caribe donde finalmente naufragó. Dos años después, parte de la carga recuperada se hundió con la embarcación Nuestra Señora de las Maravillas luego de impactar contra un arrecife de coral. El botín sobreviviente fue acopiado en las bodegas de otros tres navíos: uno de ellos también naufragó. Nunca llegó a España y quedó en el fondo de un océano americano.
Retazos de ese tesoro maldito vive en forma de monedas de plata en la exposición «Aventuras marítimas» que se exhibe en el Museo Histórico y Numismático «Héctor Carlos Janson» del Banco Central.
«Es la primera vez que se hace en Sudamérica una exposición dedicada a objetos de naufragios», indicó Mabel Esteve, directora del Museo del Banco Central. La muestra presume de setenta monedas recuperadas de navíos hundidos, acuñadas en suelo americano durante el período virreinal.
A su vez, otros treinta objetos de naufragios: botellas cuadradas para que no rueden por la marea, botellas que transportaban veneno de color azul para diferenciarlas de las de consumo humano, municiones rasas de cañón y de plomo de fusil, fragmentos de cañón, jarra de cerámica, anclas, hacha de abordaje en combate naval, un plato carcomido por las propiedades del alimento y la suela de zapato de un niño realizada en cuero con el taco y los clavos originales.
«En el museo se exhiben muchas monedas que fueran rescatadas del Caribe, el Pacífico y hasta de las costas de Montevideo», especificó Jorge Madonna, investigador numismático y presidente de la Federación de Entidades Numismáticas y Medallísticas, que cedió en condición de préstamo parte de su patrimonio a la exposición del museo.
«Me especializo en monedas hechas en la Casa de Monedas de Potosí, que comenzó a funcionar en 1574. Son las monedas que circularon en territorio que hoy es Argentina hasta que en 1813 pudimos acuñar nuestras propias monedas patrias», detalló.
Jorge aseguró que esas divisas son la primeras monedas unificadas, universales, de todo el planeta: «Hay quienes la denominan el primer dólar«. «Eran más valiosas que las españolas, a tal punto que se las exigía para el comercio internacional. En China, por ejemplo, solicitaban las monedas hispanoamericanas para comercializar la seda, la porcelana», ratificó la directora del museo.
La muestra interpela la historia de la conquista de América. La distribución de objetos y costumbres de la vida del mar, respaldados por mapas, imágenes de barcos, puertos, la rosa de los vientos y mitologías marítimas es también una manera de contar el «descubrimiento» y la génesis del comercio.
«Cuando los españoles conquistan América buscan las zonas mineras más importantes. Ahí empieza acuñar monedas. Eran necesarias para pagar los impuestos al rey de España: debían abonar el 20% de todo el metal que se encontrara. Se abrieron casas de moneda en México, Guatemala, República Dominicana, Colombia, Bolivia, Chile y Perú», narró Mabel.
El coleccionista construyó la transición que explica cómo los materiales extraídos de los yacimientos minerales terminaban en el fondo del océano: «Era una aventura trasladar el tesoro americano para la corona. Todo lo transportaban vía marítima a España. Una moneda que se acuñaba en Potosí iba por el océano Pacífico hasta Panamá, la cruzaban en mula y después la cargaban en otros barcos desde el puerto de Portobelo o Cartagena hasta el puerto de Cádiz. A veces hacían una escala en La Habana para provisionarse, pero cuando se atrasaban, lo agarraban los huracanes. Y también estaban los piratas: la piratería inglesa esperaba a las flotas que salían de América para quedarse con sus botines. Cuando entraban en batalla, los barcos se podían hundir».
Las monedas que transportaban las embarcaciones eran las de mayor denominación. Las de plata que viajaban a España eran las de ocho y cuatro reales. Las de dos, uno, medio y un cuarto de real servían para el comercio interno. Las de oro, por su parte, se medían en escudos. Servían como instrumento para comprar especias y seda en el comercio de Oriente.
«Estas monedas muestran la expansión económica. Ahí se produjo el comienzo del flujo económico. Según algunos historiadores económicos, es donde empieza el capitalismo, el intercambio, la globalización y las ventajas de un país poderoso«, aseveró la directora.
Los barcos podían trasladar hasta dos millones de monedas declaradas. Una de las probables causas de los naufragios era el contrabando: las embarcaciones se hundían por su propio exceso de peso.
En el Banco Central se exponen piezas recuperadas del navío Nuestra Señora de la Luz, que había zarpado de Buenos Aires con destino a Cádiz en 1751. Transportaba 1.017.000 pesos de la época, con un sexto del botín formado por monedas de oro acuñadas en la casa de monedas de Potosí. Al año siguiente, se encontraba en Montevideo a la espera de provisiones y de la llegada del capitán Felicio de Fonseca cuando fue barrido de la superficie del río por el «pampero», una violenta tempestad. Ayudó al naufragio que oculto en barriles de pólvora transportaban monedas no declaradas por un valor de 200 mil pesos para ser recibidos por un desembarco clandestino en Lisboa.
En las aguas del Río de la Plata se estima que hay cerca de 1.3000 barcos hundidos desde el inicio de la navegación de parte de los conquistadores en el 1500. Las razones de sus naufragios obedece a la poca profundidad, la turbiedad, la profusión de peligrosos bancos de arena, la restingas de rocas y la violencia de sus vientos.
Mariano Lovardo, investigador y buzo especializado en rescate subacuático, participó en 1992 del rescate de piezas hundidas del barco Nuestra Señora de la Luz, descubierto por el uruguayo Rubén Collado en la profundidad de las costas montevideanas. Prestó sus monedas de pecios para narrar los orígenes de la expansión de la moneda virreinal mediante las rutas comerciales marítimas.
Fuente: Infobae