Los nuevos senderos del Jardín Andaluz, un oasis en Belgrano

El Jardín Andaluz del Museo de Arte Español Enrique Larreta es uno de los hispano musulmanes más importantes de Sudamérica.

Entre laberintos, fuentes y mayólicas, proponen recorridos dedicados a rosas, orquídeas y suculentas. También, a cómo cuidan el espacio.

Laberintos verdes. Fuentes. Mayólicas de cuento. Y sombra y relax, a metros del trajín de Juramento al 2200, a una cuadra de Cabildo, en Belgrano. Con semejantes imanes sobra para visitar el Jardín Andaluz del Museo de Arte Español Enrique Larreta, uno de los hispano musulmanes más importantes de Sudamérica. Sin embargo, hay más para tentarse: este oasis porteño acaba de estrenar 4 senderos.

Se trata de los caminos de las Rosas, de las Orquídeas y la Poesía, de las Suculentas y los Cactus y de la Compostera y el Vivero de Sitio.

Rosas. Por el perfume y los colores, se hacen notar. / Germán García Adrasti

Rosas. Por el perfume y los colores, se hacen notar. / Germán García Adrasti

«Con estos recorridos, la idea es ayudar a hacer visibles áreas y elementos del Jardín poco evidentes», cuenta a Clarín Defina Helguera, directora del Museo. Que el visitante que no pase por las alto las orquídeas que crecen, casi como escondidas, entre hojas, hojas y ramas. Y que se detenga también ante las rosas, que son tan tradicionales como las palmeras en este tipo de espacios, y ante los árboles históricos.

Fuente. Da la bienvenida al Jardín y con el murmullo del agua invita al relax. / Archivo Clarín

Fuente. Da la bienvenida al Jardín y con el murmullo del agua invita al relax. / Archivo Clarín

Laberintos. Las plantas crecen como si fueran salvajes, dentro de cuadrículas. / Germán García Adrasti

Laberintos. Las plantas crecen como si fueran salvajes, dentro de cuadrículas. / Germán García Adrasti

Es que uno se distrae fácil en este paraíso. El Jardín Andaluz, que crece en poco más 5.500 metros cuadrados, está repleto de estímulos (estímulos para desconectarse).

Sefies. Visitantes, con la glorieta cubierta por la glicina centenaria detrás. Delante, una de las entradas a la antigua casa de Enrique Larreta./ Archivo Clarín

Sefies. Visitantes, con la glorieta cubierta por la glicina centenaria detrás. Delante, una de las entradas a la antigua casa de Enrique Larreta./ Archivo Clarín

El Jardín fue encargado por el escritor y diplomático Enrique Larreta (1873-1961) a mitad de la década de 1910, en el marco de la remodelación de su casa, convertida en Museo de Arte Español desde 1962, cuando la entonces municipalidad la compró.

Magnolias. Maravillas del Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

Magnolias. Maravillas del Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

Con el Jardín, Larreta buscó representar parte de la Alhambra, Granada, al sur de España, una región dominada por los árabes entre comienzos del 700 y fines del 1400.

Por eso, los arbustos crean laberintos y dividen al terreno en cuatro, en alusión a la tierra, el agua, el aire y el fuego: los elementos de la naturaleza.

David. Entre la vegetación y las mayólicas, una sorpresa en el Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

David. Entre la vegetación y las mayólicas, una sorpresa en el Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

«Los árabes concibieron a los jardines como antítesis del desierto, plano e infértil. Por esa razón, remiten a pedacitos de selvas vírgenes, donde las plantas deben crecer del modo más natural posible, enmarcadas por cuadrículas«, explicó Antonio Sturla, jardinero del Larreta desde hace casi 30 años, en esta nota GPS. Y agregó: «Los laberintos son angostos, rectos, diseñados para una caminata solitaria o de a dos: el dueño de casa junto con un huésped».

Fuente. La de las Ranas, vestida con mármol. / Germán García Adrasti

Fuente. La de las Ranas, vestida con mármol. / Germán García Adrasti

Las fuentes son otras características clave de los jardines andaluces. «Este tipo de espacios tienen un aspecto religioso: invitan a orar, a meditar, a pasar momentos de sosiego. El murmullo del agua colabora con eso», agregó Sturla, quien está a cargo de visitas guiadas por el lugar, junto con su colega Javier Suárez.

Desenchufe. En el Jardín Andaluz, la naturaleza despabila. / Germán García Adrasti

Desenchufe. En el Jardín Andaluz, la naturaleza despabila. / Germán García Adrasti

En medio de todo esto surgieron los nuevos senderos. Son rutas temporales, ya que integran la exposición «Desde el Jardín» que seguirá hasta marzo. Sobre una idea de Helguera, curada por Sturla y Suárez, esta muestra propone incluso más que nuevas miradas sobre los clásicos de este remanso.

«También apuntamos a mostrar parte de la ‘cocina’ del Jardín, en una especie de homenaje a sus jardineros -agrega Helguera-. Cómo trabajan el compost, clave para que este espacio sea autosustentable. O el vivero de sitio, donde reproducen ejemplares que crecen en él, dado que no compramos plantas».

La lista de propuestas sigue. Un sendero incluye poemas. Hay una pequeña huerta de aromáticas. Hay micro-jardines (o mini-paisajes). Gradas sembradas. Pero prácticamente todos los caminos conducen al sector del añoso ombú que se enfermó y murió este año. Helguera indica: “Ahí los jardineros decidieron dejar crecer plantas silvestres, que van a atraer mariposas y pájaros, y a favorecer la polinización. Es decir, que el Jardín continúe viviendo”.

Muestra. De la diversidad del Jardín. / Germán García Adrasti

Muestra. De la diversidad del Jardín. / Germán García Adrasti

El Museo Larreta y su Jardín están en Juramento 2291, Belgrano. La entrada cuesta $ 50 y los miércoles es gratis. Cierra los martes. Más información (incluso sobre charlas gratuitas), acá.

Hitos de los nuevos senderos:

1) Fuente de las Ranas. Con la apertura de la muestra «Desde el Jardín», esta pieza es parte clave del Camino de la Compostera. Octogonal, es ejemplo de arte musulmán. Las mayólicas le dan el toque español. Y el revestimiento en mármol de Carrara y las ranitas surtidoras de agua, ubicadas alrededor, el europeo u occidental. Sturla, el histórico jardinero del Larreta, apuntó: «La idea musulmana es que el rumor del agua y las ondas que forma al alejarse hacia los bordes ayuden a concentrase a quien quiera orar».

Escultura. "De reojo", de Pablo Larreta, integra el flamante Camino de la Compostera. / Germán García Adrasti

Escultura. «De reojo», de Pablo Larreta, integra el flamante Camino de la Compostera. / Germán García Adrasti

Zoom. A una de las ranitas surtidoras de agua de la Fuente de, justamente, las Ranas. / Marcelo Carroll


Zoom. A una de las ranitas surtidoras de agua de la Fuente de, justamente, las Ranas. / Marcelo Carroll

2) Más que rosas. Con los colores, los perfumes, la textura aterciopelada y las espinas, las rosas se hacen notar. Están «salpicadas» por buena parte del Jardín Andaluz. Y en el Camino que trazan ahora se reúnen con palmeras añosas y con hortensias, como muestra la foto de abajo.

Fiesta de perfumes. De las rosas del Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

Fiesta de perfumes. De las rosas del Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

Hortensias. Una nube lila en el Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

Hortensias. Una nube lila en el Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

3) David. En el Camino dedicado a las Orquídeas, hay otro ícono del Jardín Andaluz: la escultura del David, que parece estar inspirada en la gran obra del fiorentino Donatello. Representa a ese personaje bíblico, pisando la cabeza del gigante Goliat. Así, rodeado de verde, podría estar en un jardín del Renacimiento italiano. Los azulejos pintados son preciosos y le ponen acento morisco a este rinconcito encantador.

David. La versión del personaje bíblico, que vence al gigante Goliat, en el Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

David. La versión del personaje bíblico, que vence al gigante Goliat, en el Jardín del Larreta. / Germán García Adrasti

Atención: como señaló Defina Helguera a este diario, a las orquídeas, a veces, hay que buscarlas. Hay del tipo «patito», amarillas, entre los árboles.

4) Glorieta. Los jardines andaluces se caracterizan por las palmeras, íconos del oasis. Naranjos. Cipreses. «Pero en el de los Larreta también sembraron el viejo ombú y una glicina -cuyo origen es China- centenaria, entre otras. Esta era una casa particular y los dueños siguieron sus gustos», explicó Antonio Sturla, jardinero del Larreta. 

Glorieta. Con su glicina, ofrece fresco a la sombra. / Germán García Adrasti

Glorieta. Con su glicina, ofrece fresco a la sombra. / Germán García Adrasti

De hecho, la glicina cubrió la glorieta, una construcción de moda en la Buenos Aires de la década de 1910 -cuando nació este Jardín- para ofrecer sombra y fresco. Además, aquí hay detalles de raíz musulmana: los rombos en los mosaicos y las macetas, infaltables -aunque, según la tradición, se ubican principalmente alrededor de las fuentes-.

Bonus track: tres ventanas. En el viaje por España previo a la reforma de esta casa, Enrique Larreta pasó también por Córdoba, Andalucía, y allí se inspiró para la construcción de las ventanas que dan sobre la calle Juramento. «El árabe las usaba para observar el caos antes de volver al jardín, el paraíso en la Tierra», como contó a Clarín Sturla, jardinero del actual Museo.

Ventanas. Según la tradición árabe, deben dar al caos para verlo antes de volver a la tranquilidad del jardín. / Germán García Adrasti

Ventanas. Según la tradición árabe, deben dar al caos para verlo antes de volver a la tranquilidad del jardín. / Germán García Adrasti

Fuente: Clarín