Amelita Baltar cumplió 85 años: «Me siento plena y feliz»

MIRÁ LOS VIDEOS. Una voz clásica del tango argentino. Su camino comenzó en el folklore, pero el azaroso cruce con Astor Piazzolla y Horacio Ferrer la convirtió en icono de la canción porteña: “Dicen que soy ‘la voz de Piazzolla’, y acepto el título con orgullo”, dice.

Amelita Baltar es uno de los iconos del tango. Junto con Astor Piazzolla y Horacio Ferrer formó una tríada que revolucionó el género. Su voz le dio vida a piezas de la talla de “Balada para un loco” y “Chiquilín de Bachín”. La cantante, que celebra sus 85 años, rememora los momentos más emblemáticos de su trayectoria.

Baltar nació en la ciudad de Buenos Aires el 24 de septiembre de 1940. La llegada al mundo en la gran metrópoli fue circunstancial, pues sus padres eran oriundos de la localidad bonaerense de Junín. Allí, en un ambiente campestre, pasó los primeros seis años de su vida. A los doce empezó a estudiar guitarra. Las clases incluían tediosos exámenes de teoría y solfeo. La música, no obstante, se abrió paso. A través de una vecina, comenzó a interesarse por el cancionero tradicional. “En aquella época, interpretaba cuecas, tonadas y zambas. El tango no existía. Solo lo escuchaba cuando mi papá prendía la radio”, reconoce.

A los 22 años se sumó al Quinteto Sombras, un grupo vocal de folclore liderado por Juan Carlos Langou con el que realizó actuaciones televisivas, radiales y en festivales. El éxito de la propuesta derivó en un contrato con el sello Music Hall. A mediados de 1963 se editaron dos piezas: “Fiesta Puneña”, y “Romance en Taragüi”. A principios del año siguiente, apareció uno nuevo simple con “Juan Payé” y “Cueca del reloj”. “Me hacían interpretar los temas en un tono muy elevado. Parecíamos una bolsa de gatos”, grafica con humor. A finales de 1965, tras una pausa por el nacimiento de su primer hijo, volvió a los escenarios. El combo, fichado por la compañía CBS, retomó su agenda de conciertos. Sin embargo, en junio de 1966, Baltar se desvinculó del proyecto. Fue Hernán Figueroa Reyes, cantor y director artístico de la división folklórica de la multinacional, quien la impulsó a dar ese paso.

A mediados de 1967 apareció su primer simple. El lado B traía una relectura de “La angustiosa”, zamba de Juan José Solá y Aldo Rodríguez. El plato fuerte, sin embargo, se encontraba en la faz A. “Si lo vieran pasar” era una composición de tinte melancólico, creada por María Antonia Barros y Juan Benítez Barrios. Amelita, con apenas una toma, la hizo suya. “Me pidieron que la cantara, a modo de prueba, para que los técnicos de grabación pudieran ajustar los micrófonos”, recuerda. “Como se trataba de un ensayo, y solo para divertirme, la interpreté con un tono sensual”, declara. Para sorpresa de la vocalista, y por decisión de Reyes, esa fue la versión publicada. El suceso del tema posibilitó la concreción de Para usted, elepé publicado a principios de 1968.

Nuestro Tiempo era un reducto porteño donde solían presentarse exponentes del folklore, el tango y el jazz. Una noche de febrero de 1968, Astor Piazzolla concurrió al local para presenciar un concierto del pianista Osvaldo Tarantino: allí se topó con Baltar. El bandoneonista estaba en la búsqueda de una voz femenina para su nuevo proyecto. Cuando vio a la cantante en acción no solo se rindió ante su talento. “Estaba vestida con prendas de una de las mejores boutiques de Buenos Aires. Tenía puesta una pollera corta y lucía un bronceado fenomenal”, describe Amelita. “Él quedó impactado”. Tras intercambiar saludos, el compositor elogió sus dotes de intérprete. Con su acompañante de turno, en cambio, dejó los formalismos de lado. “¡Qué gambas tiene esta mina!”, clamó ante la sonrisa cómplice del cantor Héctor De Rosas.

Astor y Amelita en París, 1971.

Al poco tiempo, Piazzolla citó a Baltar en un departamento de Barrio Norte. Allí, sentado frente a un piano, tocó una melodía que la cantora tarareó al instante. La pieza en cuestión era “Tema de María” una de las, por entonces, flamantes composiciones del bandoneonista. Días después se produjo un nuevo encuentro. En una de las mesas del desaparecido restaurante Hoyo 19 se selló la alianza entre ambos. “Llegó portando unos papeles con retazos de letras y poemas”, reseña Amelita. “Me los dio y vociferó: ‘¡vamos a festejar, porque hoy es mi cumpleaños y porque vos sos María de Buenos Aires!’”,cuenta.

“María de Buenos Aires” fue la primera colaboración entre Piazzolla y el poeta Horacio Ferrer. Narraba las peripecias de una mujer entregada a “la vida oscura” de la gran ciudad. Tras su muerte, su sombra daba a luz una niña. El nacimiento podía interpretarse como la llegada de un nuevo ser o la resurrección de la protagonista. La llamada “operita” fue estrenada el 8 de mayo de 1968 en la Sala Planeta. A finales de ese año, bajo el sello Trova, la obra fue lanzada en formato de vinilo doble. Con su voz cautivante y voluptuosa, Amelita brilló en perlas como “Milonga de la anunciación”.

El siguiente paso del trío Piazzolla – Ferrer – Baltar fue consagratorio. Motivado por el film Rey de corazones de Philippe de Broca, el montevideano concibió una letra cuyo protagonista era un demente. “Balada para un loco” vio la luz durante uno de los encuentros entre el poeta y el bandoneonista. La obra, con aires de vals, presentaba una lírica surrealista. “La parte de ‘¿no ves que va la luna rodando por Callao?’ estaba inspirada en la visita de dos tripulantes del Apolo XI (Neil Armstrong y Michael Collins) a Buenos Aires”, revela. “Lo de ‘una golondrina en el motor’, se basaba en una publicidad de combustible cuyo eslogan era ‘ponga un tigre en su tanque’”, devela. 

La pieza fue inscripta en el I Festival Iberoamericano de la Danza y la Canción. Superó diversas instancias, pero en la última jornada -el 16 de noviembre de 1969– fue derrotada por “Hasta el último tren”, interpretada por Jorge Sobral. “Los organizadores no querían que ganáramos. Entonces, al jurado del evento le sumaron una decena de espectadores conminados a votar en contra nuestra. Fue, sin dudas, un boicot”, asegura. El tema, lanzado días más tarde, se convirtió en un éxito descomunal. El último, alumbrado desde el tango, de verdadero impacto popular.

El vínculo profesional entre Amelita y Astor derivó en una relación amorosa. Ella le daba vida a las creaciones del músico y, también, era su musa inspiradora. “Una mañana, tras haber pasado la noche juntos, se sentó frente al piano y compuso ´Milonga en ay menor’”. “Me dijo ‘Esta melodía me la inspiraste vos’”, evoca emocionada. A mediados de 1970, apareció Amelita Baltar interpreta a Piazzolla – Ferrer, un álbum  con futuros clásicos como “Balada para mi muerte”. A principios de 1971, se publicó otro bello elepé: La bicicleta blanca. El lazo artístico con el marplatense terminó al mismo tiempo que el romance, en mayo de 1975. Sin embargo, la unión entre ambos no se quebró. A lo largo de los años, la cantante siguió difundiendo ese repertorio imbatible. “Dicen que soy ‘la voz de Piazzolla’. Acepto el título con orgullo”, afirma sin rodeos.

En las últimas cinco décadas, Baltar subyugó a audiencias en España, Alemania, Francia, Turquía y Japón. Durante ese período, presentó un puñado de discos con relecturas de clásicos tangueros. En octubre de 2012 lanzó El nuevo rumbo, inspirada entrega junto a figuras de la música popular argentina. Su más reciente colaboración fue publicada en mayo de 2023. Se trató de un tema en coautoría con Max Masri (“Vinilo”) para un álbum de Tanghetto. En la actualidad reparte su tiempo entre conciertos, clases particulares de interpretación y su programa de radio. A los 85 años, Amelita no se detiene: “Me siento plena y feliz”, proclama con una vitalidad imperecedera.  

Fuente: Página 12.