El hecho de que Andrés Calamaro prefiera no dar notas en vivo y en directo, a la vieja usanza medieval, es una especie de tara. “O una traba más que una tara. Me parece que le cuesta procesar las preguntas y elaborar las respuestas. Por eso elige hacerlo por escrito”, opina un editor de este diario.
La pandemia va poniendo las cosas en su lugar. Si todo se puede hacer online, por qué andar subido a una bicicleta, pensará Andrés Calamaro, metido en su tierno piyama a rayas. Es más, qué necesidad salir a tomar café presencial con un cronista que después ganará líneas detallando cómo está uno peinado y vestido.
Pura burocracia, poco sentido común.
Andrés Calamaro tenía grabado «Dios los cría» desde 2018.
Además -seamos justos-, él fue precursor del #quedate en casa y la distancia social: no se debe prestar a un cara a cara con medios gráficos más o menos desde que editó El Salmón, salvo alguna excepción.
Como sea, Calamaro –en el rock nadie escribe demasiado, y mucho menos escribe como él– responde vía correo electrónico con total soltura, abriendo surcos de oralidad y siempre dispuesto a la repregunta.
Álbum nuevo, duetos nuevos
El motivo: Dios los cría, nuevo álbum de duetos donde Andrés llama a versionar algunas de sus canciones con invitados bastante improbables.
Dijo: “Bohemio parece escrita para Julio Iglesias, que demuestra la categoría de artista y cantante que tiene, tan grande como la leyenda que le antecede. Su interpretación es una lección de carisma y expresión. No se puede cantar mejor”.
Nos comentan que el single con Julio salió justo el mismo día de la muerte de Maradona. En otras palabras -larga espera-, es un álbum que viene promocionándose hace medio año.
Andrés Calamaro y un disco de duetos donde recorre 15 canciones de su enorme repertorio. Foto AP/Christian Palma
-Leo en las redes: “Qué lamentables son los discos de duetos. Muchos grandes artistas han caído en esa donde suelen arruinar sus propias canciones”.
-Qué disparate, Hernán. No leas más nada en las redes. Yo arruino mis canciones en todos los recitales y nos aplauden mucho. Dos cantantes cantando juntos es lo más normal, natural y bonito del mundo. Los músicos somos una familia de primos, los cantantes somos hermanos separados al nacer. Nos vamos a juntar las veces que queramos, sin pedir permiso ni mediar interés alguno, por amistad, amor, gratitud y respeto.
«La opinión pública se ha dedicado a denigrar a los artistas y a cualquiera en general, son opiniones que no valen nada porque apenas si proyectan un resentimiento que no es digno de nuestra insigne cultura nacional. Ser músico de rock y esperar la validación de los otros es delirante, nadie en sus cabales le da importancia a la opinión de extraños. La vida digital de las personas es ridícula, son los quince minutos de fama citados por Andy Warhol pero muy mal utilizados.
«Destacar en internet es una payasada triste. Me gusta hablar de música como corresponde, soy una enciclopedia con piernas. Si tuviera ruedas sería una bicicleta. Nuestro disco no tiene nada de lamentable, porque no tiene nada que lamentar. Creo que el único país donde molesta un disco es el nuestro. Sé que existe un impulso por criticarlo todo amargamente, para eso no hace falta escuchar un disco, como mucho se escucha un minuto y se confirma que no te ha gustado como si eso te convirtiera en un genio o un sapo. Born to Lose (Nacido para perder).
Andrés Calamaro asume en el disco «Dios los cría» un aire de bolero falaz. Foto EFE/Thomas Canet/Universal Music
-Tenés un repertorio inmenso. Podrías hacer por lo menos diez listas sábana de temas que no defraudarían a nadie. ¿Por qué se te ocurrieron estos?
-Empezamos entrando al estudio para grabar lo que estábamos tocando en la gira Licencia Para Cantar (la gira con trío acústico). Mientras tanto, elegíamos repertorio para un disco en vivo de esa misma gira. Ahí pensé en cantantes contrastados cantando las canciones que yo ya canté mil veces. En mi mente desfilaban algunos de mis cantantes preferidos. Entonces llamamos a Carlos Narea para producir un intrincado álbum de colaboraciones extraordinarias. Elegimos más canciones y volvimos al estudio con el trío y arreglos de Germán Wiedemer. Supongo que, finalmente, hicimos una lista de treinta canciones con tres posibles para cada cantante, y tres posibles cantantes para cada canción. Seguramente pensé en decenas de artistas, pero no fue posible grabarlos a todos…
El feat está de moda
-Vos que sabés, ¿qué conclusión sacás del concepto “feat”? En cada tema nuevo que aparece, es como si nadie se animara a mandarse del todo solo…
-Las colaboraciones existen desde siempre, cualquiera que haya escuchado un poco de música lo sabe de sobra. Ella Fitzgerald con Louis Armstrong; Crosby, Stills y Nash, Keith Jarret y Charle Haden, Ismael Rivera con Rolando La Serie, Gardel y Le Pera, Bochini y Bertoni… ¡Tratemos de no hablar como si fuéramos completos idiotas! Vamos a la música como soldados a la guerra. Nos animamos a todo y lo demostramos miles de veces. Otra cosa es mejorar las versiones originales, en algunos casos es casi imposible si resulta que son grabaciones extraordinarias. Se rezonga por todo y el consumo cultural ha decaído con estruendo. Casi nadie lee poesía ni casi cuentos o novelas, se ha dejado de ir al cine para ver series en casa. Desconfío de las tendencias en boga, si por mí fuera, las borraría de todos los mapas con mil bombas atómicas, brindando con cien mil caballitos de tequila y riendo a carcajadas.
Andrés Calamaro volvió a una de las canciones de su repertorio solista de los ’80 en su nuevo álbum «Dios los cría». «Pasemos a otro tema» es la canción. Foto Foto AP/Christian Palma
-Igual debe ser complicado: Julio Iglesias en «Bohemio» y no en “Flaca” o Alejandro Sanz en “Flaca” y no, por ejemplo, en “Pasemos a otro tema”. ¿Eso cómo se diseña?
-Sencillo no es. Elegir las canciones es solo una parte de la ciencia de grabar un disco con quince cantantes diferentes, dieciocho en este caso. Lógicamente pensamos en más y tratamos de conectar con otros, además de esta veintena de artistas. Sin el comando de Carlos Narea hubiera sido imposible. Luego está la voluntad y la muy buena predisposición de los cantantes. Enhebrar los piolines en la aguja del tiempo, en distintos estudios y países, dentro de un margen razonable de calendarios. Esto puede diseñarse, pero sólo se consigue con amor al oficio, amistad y respeto. En el gremio se me reconoce como auténtico, generoso, ajeno a las modas y desinteresado. Un mirlo blanco. A la hora de la papas se ha notado. Nadie es profeta en su tierra, pero hay más tierras…
-¿Julio Iglesias o Raphael conocían tu obra? ¿Los llamaste vos personalmente…?
-Por lo visto estaba en al radar de estas dos leyendas y maestros. Con Julio Iglesias ya habíamos grabado un tradicional mexicano, nos conocíamos de cenar juntos y de hablar por teléfono. Para grabar coordinamos a través de nuestras personas de mayor confianza. Tampoco procede invadir la privacidad de nadie. Estas cosas ameritan un mínimo de protocolo que no incluye necesariamente a las discográficas. Tengo la agenda llena de contactos insólitos, soy el Drácula argentino.
Andrés Calamaro habla con orgullo de Julio Iglesias y su interpretación de «Bohenmio», para su álbum «Dios los cría».
-En este caso en particular, ¿lo tomás como un reconocimiento tuyo a Julio Iglesias o de Julio Iglesias hacia vos?
-De Julio conmigo supongo, yo por supuesto que le reconozco como artista gigante y una grandísima persona. Lo sigo desde Un hombre solo, el disco escrito por Manuel Alejandro. En Bohemio da una lección de cómo cantar y saber estar. Supera incluso la estatura de leyenda que tiene. Derrocha charme y virtudes. Se metió la canción en el bolsillo.
Análisis de las canciones
-En algún tema del álbum anterior, “Cargar la suerte”, hablás de tu bajo perfil. Sin embargo, Andrés, este disco podría ser leído como un auto-homenaje de alguien que disfruta su fama al margen de los géneros…
-Distingo los géneros de la tela mal cortada. Algunas de estas canciones las canté miles de veces, no como homenaje, sino como parte de los recitales y las giras. Cantar la mitad de las canciones es un alivio y un placer. En este disco canté discreto y torero, decente y dejando que brillen los artistas invitados.
-¿Hay alguna versión que particularmente te guste más que la canción original?
-Si las hay. Mil estrellas con Milton Nascimento, Horizontes con Cabrera, Mi bandera con León… Han encontrado horma definitiva. Y Bohemio parece escrita para Julio Iglesias.
-Como en tus recitales más multitudinarios, cerrás el disco con “Paloma” y elegís a Sebastián Yatra, Leiva e Iván Ferreiro…
-No pensaba incluir Paloma, porque tiene mucha letra y puede hacerse espesa para otro cantante. Sebastián se ofreció dulcemente a cantarla y una vez cantada le pedí permiso para agregar más artistas porque me pareció apropiado. Es la última que grabamos, tendría que escucharla de nuevo para descubrirle detalles.
-Un cierto aire de bolero falaz sobrevuela el álbum. ¿Por qué decidiste llevar todo hacia ese registro musical?
-Primero grabamos Romaphonic Sessions como un ensayo no pensado para publicar como disco. Las canciones, a esa velocidad, empataban con el compás de bolero, el más lento de los géneros en el compás afro-latino. El más rápido es el merengue. Con el disco publicado advertí que todo cuadraba con un teórico arreglo para trío. Ensayamos y salimos de gira. Es bolero profano y canciones de rock. Tampoco es el bolero mariachi de Javier Solís, ni el cubano de Rolando La Serie, ni el boricua de Daniel Santos, ni el repertorio celestial de Armando Manzanero. El rock argentino, sin batería y guitarras eléctricas, suena a bolero.
Andrés Calamaro tardó dos años en grabar «Dios los cría», su álbum de duetos.
-Sin quedar mal con nadie, ¿cuáles son tus versiones preferidas? A mí me gusta “Gaviotas”, con Saúl Hernández.
-Me encantan Saúl y Gaviotas. Gaviotas es mi gran canción desconocida, mi propio My Way. Todavía no advierto la dimensión que tiene esta versión porque no volví a escuchar el disco luego de terminarlo. Creo que mi preferida es En un hotel de mil estrellas, con Milton Nascimento. Milton es un artista que no puede explicarse con palabras del diccionario, es un ángel y un rubí. Otra es Bohemio, y ya no hace falta explicar por qué.
-Desempolvaste “Pasemos a otro tema”, de tu primera etapa solista en la Argentina, previa a Los Rodríguez. No es común que andes revisando temas tan antiguos, ¿o me equivoco…?
-Ocurre que cuando ensayamos en Madrid, justo después de Los Rodríguez, el grueso de los músicos no había escuchado nada de los ochenta. Tampoco me doy importancia como autor en aquella década porque era un músico de teclados bastante bueno y me conformaba con eso. Pero en América Latina sí escucharon todo a partir de Mil horas. Y Pasemos a otro tema es buena, creo que es lo primero que escribimos con Ariel (Rot).
-De nuestra tradición de “rock nacional” elegiste a León Gieco y a Vicentico. ¿Por qué ellos y no otros?
-Debería contestarte que estando León Gieco no hace falta llamar a más nadie, pero tampoco recuerdo todos los artistas en los que pensamos hipotéticamente. León le da a Mi bandera una relevancia profunda, un humanismo territorial importante. Cantar Tuyo siempre con Gabriel (Vicentico) era inevitable. Ya la habíamos cantado antes, somos amigos y confidentes. Advierto que Carlos Narea es el productor del disco. Es posible que yo haya propuesto más nombres propios, pero respeto la investidura del productor y las decisiones necesarias para grabar y terminar el disco. Si por mí fuera no hubiera terminado de grabar ni un solo disco. No sin cierta razón.
-Hace poco lamentabas en un posteo que los singles de este álbum no tuvieran la repercusión que se merecían. ¿Me ampliás?
–Nada tiene la repercusión que merece, quitando los slogans y asuntos de actualidad que son superficiales y deplorables. Antes eran el futbol y la televisión primero, luego importaban la música, el cine, el teatro y la literatura. Ahora hablamos de cualquier cosa. Se impuso una agenda de inquisición alevosa y horrenda. Apocalipsis Occidente. Esto es el suicidio asistido de la cultura, la eutanasia del razonamiento intelectual…
-A propósito, qué bueno es “Cargar la suerte” Digo: ¿puede ser de los mejores discos de tu carrera?
-Sabés que no escucho los discos una vez grabados, pero escuché Cargar La suerte recientemente. Me llama la atención la densidad cristalina de los textos. El disco reluce en la partitura de Germán, la producción e ingeniería de Gustavo y el delicado ejercicio de los músicos. Lo que menos me gusta de mis discos es el cantante.
-Tengo entendido que este disco de duetos está hecho hace un montón. ¿Cómo trabajás la ansiedad? ¿Te pasó de tener que esperar un par de años para publicar el material?
-Sí, lo grabamos en medio de la gira Licencia para cantar, en algún momento entre 2016 y 2018. Promediando la gira entramos al estudio, luego grabamos más repertorio, ya con Carlos Narea al timón. Encontrar cantantes para quince canciones es una telaraña operativa. Mientras tanto cantaba como guía para los invitados y volvía a cantar luego de escuchar a los artistas. Carlos Narea y Angel Martos (productor e ingeniero) terminaron el disco antes de escribir el primer verso de Cargar la suerte. Esperamos grabando otro disco, ensayando y girando espeso la gira que interrumpimos el año pasado. Lo que hicimos fue tratar de conservar el secreto. Habíamos cantado con Julio Iglesias, Milton Nascimento y Raphael. Nos aguantamos años para celebrarlo como corresponde.
«Dios los cría», el disco de duetos de Andrés Calamaro.
Lista de temas e invitados
Bohemio con Julio Iglesias.
Tuyo siempre con Vicentico.
Estadio azteca con Lila Downs.
Para no olvidar, con Manolo García y Vicente Amigo.
Mi bandera con León Gieco.
Flaca (Alejandro Sanz).
Tantas veces (Mon Laferte).
Algún lugar encontraré (Carlos Vives).
Jugar con fuego con Raphael.
En un hotel de mil estrellas (junto a Milton Nascimento).
Enganchate conmigo, con Juanes y Niño Josele.
Pasemos a otro tema (Julieta Venegas).
Gavotas (Saúl Hernández).
Horizontes con Fernando Cabrera
y Paloma junto a Sebastián Yatra, Leiva e Iván Ferreiro.
Fuente: Clarín