Del doble de Luis Miguel a José Luis Perales y su falsa muerte: cuando informar es lo de menos

Esta semana coincidieron dos hechos “tragicómicos” que no hacen más que atentar contra el periodismo: el apuro en redes sociales y en algunos medios para comunicar una supuesta muerte y el disparatado “informe” de Luis Ventura sobre el impostor que reemplazó al cantante mexicano

Luis Miguel y José Luis Perales, los protagonistas de noticias falsas

El miércoles murió Sixto Rodríguez. ¿Quién? Rodríguez, ese músico folk norteamericano al que un mito creyó muerto y un par de fans descubrieron con vida, en Detroit y en condiciones penosas. El mismo que fue objeto del documental Searching for Sugar Man, que ganó el Oscar en su categoría en 2012. Historias como estas hay pocas, pero lamentablemente hay muchas de las otras. Que no son historias, son mentiras y que algunos periodistas (¿periodistas?) prefieren alimentar en lugar de ceñirse primero a lo que aprendieron al estudiar este hermoso oficio y luego al empezar a practicarlo.

Un título, dos, tres, todos de medios de dudosa valía. Hablan de la muerte de José Luis Perales, el cantante de “¿Y cómo es el?” y “Amada mía”. Claro, por eso hizo su gira de despedida, por eso vino por última vez a la ciudad que lo hizo famoso, para despedirse de su público antes de alejarse de este plano. Falso. Fake. Engaño. Pescado podrido. Perales estaba de vacaciones en Londres, cenando con su familia en un restaurante y al salir un transeúnte, español como él, le contó “la buena nueva”. Inmediatamente grabó y subió un video que desactivó la supuesta noticia que ya habían publicado varios portales de Argentina y unos cuantos de la región. ¿Cuál fue la fuente periodística oficial, confiable, en la que se basaron para publicar el deceso del cantante? ¿Cómo chequearon la noticia? Lo vieron en un cable de la agencia EFE, tuvieron acceso al entorno de trabajo del artista o al familiar? ¿Intentaron mínimamente cruzar el dato con la última productora que lo trajo al país, con su discográfica local? Ni siquiera una de todas estas preguntas (y juro que hay unas cuantas más para formular) pueden responder con un sí los que dieron el enter final y publicaron la falsa noticia.

Se dice que el clickbait está matando al periodismo y ese es otro debate por demás interesante. Un título que funcione como anzuelo para que uno entre a la nota en cuestión. Una vez adentro, uno se puede encontrar con la habitación vacía. O peor, con un cúmulo de palabras sin sentido que no cumple ni con formar, ni con informar ni con entretener. Pero en el caso del autor de “Un velero llamado libertad” ni siquiera la técnica del clickbait funciona, porque, ¿cuánto tiempo puede tardar hoy en día en conocerse la verdad? El tiempo que le demande al cantante cerrar la cena familiar y salir a la calle; o en una pausa chequear su celular. Y entonces, ese sitio al que fuimos a parar por casualidad lo tacharemos de nuestra lista de portales confiables.

Pero así como los medios digitales y principalmente las redes sociales participaron de este choque frontal que no fue el primero y probablemente tampoco sea el último (ya no se busca la primicia, se busca ser el primero, que no es lo mismo), la vieja, querida, vapuleada y alicaída televisión abierta argentina participó de una comedia de enredos. Resulta que este Luis Miguel que luce impecable, en buena forma física y vocal y que bajó de peso para encarar un nuevo tour mundial como no lo hacía desde 2019 -y que en el Movistar Arena cumple con las primeras diez fechas de dicha gira-, no vino solo. O directamente no vino. ¡Es un doble! ¡Son dos dobles! ¿Son tantos dobles como sean necesarios para cumplir con los compromisos artísticos asumidos?

Días atrás, en la cuarta función del cantante mexicano, un miembro de la productora que lo trae y que organiza su tour me dijo al oído: “Hoy es martes, así que hoy te toca el primer doble, el que cantó el jueves pasado”. La carcajada que compartimos luego cerró la breve charla. No había más para decir de ese tema que instaló Luis Ventura en su programa Secretos verdaderos. “El día del estreno no era él. No era él”, dijo el presidente de Aptra y dio paso a un “informe” (termino bastardeado, si los hay, mal utilizado hasta el hartazgo en los ciclos de chimentos) en el que se intentaba explicar anatómicamente por qué el señor que había subido al escenario no era el Sol de México. No sé si Ventura acudió a alguno de los conciertos de Luimsi, pero como todos sabemos, solo alcanza con escucharlo cantar diez segundos para comprobar que esa voz es la suya, que aún no ha perdido un ápice de su brillo y que si en algún pasaje le cuesta alcanzar alguna nota (como dentro del segmento tanguero, cuando canta “Volver”), su experiencia suple el momento cual torero avezado. Aleja el micrófono, deja que su público cante y que simplemente pase el verso en cuestión para seguir con el próximo.

Luis Miguel en el Movistar Arena de Buenos Aires el pasado 4 de agosto
Luis Miguel en el Movistar Arena de Buenos Aires el pasado 4 de agostoNOELIA MARCIA GUEVARA

Podremos objetar que los arreglos y el estilo mismo de Luis Miguel tienden a aplanar los tangos, a hacer de ellos una suerte de masa uniforme. A quitarle el brillo a clásicos inmemoriales en nombre de la actualización del sonido. Pero no podemos decir que ese hombre que durante dos horas despliega su arte con una lista de más de cincuenta temas (muchos en el formato medley o popurrí) no es Luis Miguel Gallego Basteri. También Ventura puede retomar una vieja (buena) práctica del periodismo que es la errata. Claro que ya pasaron varios días y muchos programas aprovecharon su “teoría conspirativa” para llenar sus ociosos espacios. Quizás no sea el presidente de Aptra pero sí su doble quien salga a pedir disculpas.

Elvis está vivo, Paul McCartney murió en 1966 y desde ese momento lo reemplaza un impostor y ni hablemos de Luca Prodan. “Luca Not Dead”, afirmaba una histórica pintada que se replicaba en muchas paredes de la ciudad y del Conurbano. Viendo a Ventura más de un memorioso habrá pensado en los “informes” sobre ovnis de José de Zer. Eran tiempos de Juan Carlos Calabró y Alberto Olmedo en televisión y lo que hacía De Zer podía ser visto como un segmento de ficción para que los televidentes se distendieran por un instante, en medio de tantas noticias duras. Se suele repetir que no hay ficción en la pantalla chica, pero después de la novela del doble de Luismi podemos afirmar que la industria del entretenimiento vive una nueva época dorada en la TV.

Fuente: Sebastián Espósito, La Nacion