El tango más conocido del mundo que nació como una marcha estudiantil y la disputa que se generó por los derechos de autor

La Cumparsita, compuesta por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez en 1916, había sido concebida para juntar fondos para la Federación de estudiantes de Montevideo

Dicen que su autor le tenía tan poca fe a esta creación, que al tiempo de estrenarla terminó vendiendo los derechos de la misma por la módica suma de 20 pesos argentinos, que luego perdió apostando por el jinete equivocado en una carrera de caballos. Dicen. ¡Dicen tantas cosas! ¿Pero quién puede probarlo?

Con solo escuchar los primeros acordes de La Cumparsita, en cualquier parte del mundo pueden identificar que se trata de un tango. Sí, esta pieza compuesta por un estudiante uruguayo de apenas 20 años allá por 1916, se terminó convirtiendo en el emblema del género más característico del Río de la Plata. Y fue grabada por los más celebres músicos de la región. Sin embargo, como no podía ser de otra manera, en la tierra del 2 x 4 también tuvo sus polémicas.

Todo comenzó cuando Gerardo Matos Rodríguez, mientras se encontraba enfermo y haciendo reposo en su casa de Montevideo, decidió empezar a crear un tema para la comparsa de carnaval de la Federación de Estudiantes. El Becho, como lo apodaban, era uno de los tantos alumnos de la carrera de arquitectura, que pese a su pasión por la música se veía obligado a ir detrás de un título universitario para cumplir con el mandato familiar. Y en ningún momento pensó que lo que estaba haciendo podía convertirse en una obra de culto. Por el contrario, cuando notó que su pieza olía a tango de principio a fin, un poco se decepcionó.

Su idea era titularla Comparsita, pero el nombre se desvirtuó por una bandera que habían armado sus compañeros con la palabra Cumparsita. Algunos dicen que la intención del autor y sus amigos, todos músicos y cantantes amateurs, era recaudar unos pesos para saldar la deudas de la federación tocando con su comparsa por las calles a cambio de una colaboración “a voluntad”. Pero Matos Rodríguez, que para despuntar el vicio tocaba el piano de la boîte de su padre cuando el local estaba cerrado, creyó que lo mejor era que tuvieran una marcha propia que los identificaran. Y se ofreció para componerla.Gerardo Matos Rodríguez, autor deGerardo Matos Rodríguez, autor de La Cumparsita