Los recitales del 6 y 7 de marzo de 1982 fueron presentados como la despedida temporaria de Pedro Aznar, quien hacia finales del año anterior había sorprendido a Charly García, David Lebón y Oscar Moro, sus compañeros de banda, con el anuncio de que se iba a Estados Unidos para estudiar en la prestigiosa escuela de música de Berklee.
Sin embargo, el cimbronazo interno que provocó esta sorpresiva decisión derivó en que la banda ingresara en un estado de incertidumbre sobre su futuro -que para ese momento se presentaba como promisorio, con la firme intención de proyectarse a nivel internacional-, que desembocó en su definitiva solución.
Con cuatro brillantes discos editados («Serú Girán», de 1978; «La grasa de las capitales», de 1979; «Bicicleta», de 1980; y «Peperina», de 1981), el grupo se había posicionado como el más importante de la escena local y ya había grabado algunas versiones de muchas de sus conocidas canciones en inglés para poder continuar su crecimiento en el mercado sajón.
Pero esa ambición fue justamente el detonante para que su ascendente andar se detuviera. Ocurre que, en ese contexto, Serú había actuado el año anterior en un festival internacional de jazz que se llevó a cabo en Río de Janeiro, oportunidad en la que un joven Aznar aprovechó para mostrarle material que había grabado en un estadio casero a la estrella estadounidense el jazz-rock Pat Metheny.
Las buenas devoluciones que obtuvo de parte del brillante guitarrista le dieron ánimo al bajista de Serú para perfeccionarse, por lo que decidió emigrar al país del norte para realizar estudios avanzados y finalmente unirse a la banda de Metheny.
Así, el exitoso combo argentino encaró algunos compromisos de verano que ya había pre-acordado, como su participación en el Festival de La Falda -en una recordada edición marcada por la intolerancia del público con las nuevas expresiones musicales- y una gira por la Costa.
Finalmente, se anunciaron los shows en Obras con la excusa de despedir a Aznar e ingresar en un impasse hasta definir cómo continuar. Entre otras alternativas, puertas adentro, se barajaron reemplazarlo por el uruguayo Beto Satragni o buscar un guitarrista y que Lebón tocara el bajo, hasta que finalmente se cayó en la cuenta que cualquier enroque no iba a ser una empresa sencilla por las virtudes interpretativas del joven músico.
En los conciertos en Obras, Serú Girán repasó canciones de sus cuatro discos y mostró muchas composiciones que comenzaban a perfilarse como material para un futuro álbum, como el caso de «No llores por mí, Argentina», «Yo no quiero volverme tan loco» y «Oh, Dios ¿qué puedo hacer?», estas últimas incluidas finalmente en los discos solistas «Yendo de la cama al living», de Charly, y «El tiempo es veloz», de Lebón, respectivamente.
Los shows fueron registrados por el ingeniero Gustavo Gauvry y, meses más tarde, se publicó un disco en vivo, con numerosos retoques en estudio, que llevó el nombre de la primera de las nuevas canciones mencionadas y resultó el epitafio del grupo.
Precisamente, ese tema y una versión de «Popotitos», con algunos cambios improvisados en su letra, como el recordado pedido cantado de Charly para que el iluminador Miguel Quaranta bajara la intensidad de las luces, fueron las únicas novedades en el álbum.
Con motivo de este aniversario, en las redes sociales de la banda se anunció la inminente publicación de un documental con un anticipo en donde se puede escuchar el testimonio de Gauvry y audios de esos conciertos.
Entre otras cosas, allí aparece el cántico del público que decía «Pedro no se va» y una entrada distinta a la conocida en el disco de «No llores por mí, Argentina», con una introducción de batería y bajo para luego dar paso al famoso fraseo de guitarra.
«Hay mucho material que se perdió y hay mucho material que existe y que nunca salió a la luz», revela allí el ingeniero de sonido al recordar esas jornadas.
Y agrega: «Es como que antes las ediciones se cuidaban, a mi gusto, demasiado. Yo creo que está bueno sacar grandes discos pero también sacar grabaciones en vivo, discos que no suenen tan bien inclusive. El público está muy ávido, por eso existe la piratería, que le da al público lo que los músicos no le querían dar».
El futuro de Serú tras la partida de Aznar se definió en los hechos al poco tiempo: tanto Charly como Lebón iban a comenzar a trabajar en los respectivos discos que pondrían en marcha de manera definitiva sus carreras solistas, en tanto que Moro conformó un dúo con Satragni que dejó como saldo un excelente registro de 1983.
Como si hubiera quedado alguna duda para el público, la revelación llegaría cuando en el Festival de la Solidaridad Latinoamericana, el show benéfico realizado en plena Guerra de Malvinas, en mayo de 1982, apenas iban a participar Charly y Lebón en nombre de Serú.
«Serú Girán es un grupo que cambia y hoy es la última vez que vamos a tocar así, pero las canciones no van a morir para nada. Quédense tranquilos», se escucha decir a Charly a su público en el anticipo del documental anunciado en las redes del grupo. El tiempo le dio la razón.
Fuente: Hernani Natale, Télam.