Juana Molina lanzó «Siestas ahí», primer adelanto de su álbum «Doga»

ESCUCHÁ LA CANCIÓN. La presentación de DOGA será el viernes 21 y sábado 22 de noviembre, a las 21, en La Trastienda, (Balcarce 460, CABA).
Juana Molina comparte el primer destello de su octavo álbum de estudio, el primero con canciones nuevas tras siete años de silencio creativo.

Enigmática e imprevisible, “Siestas ahí” entrelaza texturas sutiles y orgánicas, sostenidas por una armonía sobria y de quietud aparente, mientras las palabras se forman como capas concéntricas.

Un territorio ya conocido por sus oyentes, pero que aún conserva intacta su magia: la de transportar a quien escucha hacia otra dimensión, guiado por una música que —creer o reventar— no se parece a ninguna otra.
ESCUCHAR «SIESTAS AHI»  

«Siestas ahí» es el primer single de Doga, el octavo long play de la carrera de Juana, que verá la luz el próximo miércoles 5 de noviembre. Después de ocho años sin publicar composiciones inéditas, DOGA regresa con un nuevo álbum que será presentado oficialmente el viernes 21 y sábado 22 de noviembre en La Trastienda (Balcarce 460, CABA).
 Un disco que llevó casi 6 años de cocción. Fue como preparar una comida para 6 comensales con ingredientes como para un batallón.

Compuesto por 10 surcos repartidos en 4 caras de vinilo doble en 45rpm, con su polisémico título, el extraordinario arte de tapa a cargo de Alejandro Ros y orgullosamente producido íntegramente por SonamosDOGA se inscribe de manera automática en ese espacio único de la música popular que son los discos de Juana Molina.

 El álbum concentra todas las cualidades que distinguen la música de Juana Molina y va un paso más allá en la búsqueda permanente de lo singular, donde no se detectan influencias, lo genuinamente original, aquello que —literalmente— no se parece a nada. Las melodías imprevistas, los sonidos etéreos y orgánicos, el gesto mínimo y sutil, la repetición como estética, la armonía austera y de apariencia estática, las letras como capas concéntricas: un paisaje familiar pero siempre sorprendente para el público habitual de esta artista y una puerta de entrada inmejorable para los recién llegados al planeta Juana Molina

Nacida en Argentina, Juana Molina creció en un ambiente musical. Su padre, el venerado cantor y compositor de tangos Horacio Molina, le dio clases de guitarra desde los cinco años. Su madre, la actriz Chunchuna Villafañe, es una comprometida melómana que inició a Juana en los secretos de su extensa colección discográfica.

 Tras el golpe militar de 1976, la familia Molina huyó del país y vivió exiliada en París durante seis años. Durante esos años de formación de la adolescencia en París, la perspectiva de Juana sobre la música se amplió enormemente, escuchando regularmente estaciones de radio francesas que ofrecían programas con música de todo el mundo.

 Cuando Juana regresó a Argentina, estaba decidida a independizarse y seguir una carrera en la música. Como tantos otros veinteañeros, las aspiraciones profesionales de Juana eran “ganar un buen sueldo por unas pocas horas”, con el fin de tener tiempo libre para desarrollar su musicalidad. Sabía que tenía un don para hacer imitaciones, y fue a pasar una audición para el programa de televisión “La noticia rebelde”. La contrataron en el acto. Su popularidad se elevó meteóricamente y, tres años más tarde, tuvo su propio programa de comedia, “Juana y sus hermanas”, para el cual inventó e interpretó una serie de personajes hilarantemente estereotipados. El programa fue un inmediato y enorme éxito, convirtiendo a Juana en la comediante más popular de Argentina.

Siete años después de su debut televisivo, Juana quedó embarazada y tuvo que suspender el programa por unos meses. Se encontró reflexionando sobre su rápido ascenso al estrellato y reflexionó sobre el desvío que la carrera de actriz provocó sobre su verdadera pasión: la música. Tomó la valiente decisión de cancelar el programa y retomar la música (algo que muchos argentinos le reprochan incluso al día de la fecha). Bajo la producción de Gustavo Santaolalla, lanzó su primer álbum, Rara (MCA, 1996), y la recepción fue más que reservada: sus fans acudían a sus shows, esperando reír con sus personajes, y la prensa la entrevistaba preguntándole cuándo volvería a la actuación.

A pesar de la enorme dificultad inicial, Juana resistió y se mantuvo fiel a su decisión. Su pasión y compromiso con la música prevalecieron y el reconocimiento mundial fue creciendo año tras año, con un estilo que, aunque presenta elementos de folk, ambient y electrónica, es muy único y personal, que a menudo los críticos lo compararon perezosamente con el de Björk o Beth Orton. Pero, como dijo el New York Times: “Molina no imita a nadie. Ella se divierte demasiado siendo ella misma”. 

«Siestas ahí» es el primer single de Doga, el octavo long play de la carrera de Juana, que verá la luz el próximo miércoles 5 de noviembre. Después de ocho años sin publicar composiciones inéditas, DOGA regresa con un nuevo álbum que será presentado oficialmente el viernes 21 y sábado 22 de noviembre en La Trastienda (Balcarce 460, CABA).

Un disco que llevó casi 6 años de cocción. Fue como preparar una comida para 6 comensales con ingredientes como para un batallón.

Compuesto por 10 surcos repartidos en 4 caras de vinilo doble en 45rpm, con su polisémico título, el extraordinario arte de tapa a cargo de Alejandro Ros y orgullosamente producido íntegramente por SonamosDOGA se inscribe de manera automática en ese espacio único de la música popular que son los discos de Juana Molina.

El álbum concentra todas las cualidades que distinguen la música de Juana Molina y va un paso más allá en la búsqueda permanente de lo singular, donde no se detectan influencias, lo genuinamente original, aquello que —literalmente— no se parece a nada. Las melodías imprevistas, los sonidos etéreos y orgánicos, el gesto mínimo y sutil, la repetición como estética, la armonía austera y de apariencia estática, las letras como capas concéntricas: un paisaje familiar pero siempre sorprendente para el público habitual de esta artista y una puerta de entrada inmejorable para los recién llegados al planeta Juana Molina.

Nacida en Argentina, Juana Molina creció en un ambiente musical. Su padre, el venerado cantor y compositor de tangos Horacio Molina, le dio clases de guitarra desde los cinco años. Su madre, la actriz Chunchuna Villafañe, es una comprometida melómana que inició a Juana en los secretos de su extensa colección discográfica.

Tras el golpe militar de 1976, la familia Molina huyó del país y vivió exiliada en París durante seis años. Durante esos años de formación de la adolescencia en París, la perspectiva de Juana sobre la música se amplió enormemente, escuchando regularmente estaciones de radio francesas que ofrecían programas con música de todo el mundo.

Cuando Juana regresó a Argentina, estaba decidida a independizarse y seguir una carrera en la música. Como tantos otros veinteañeros, las aspiraciones profesionales de Juana eran “ganar un buen sueldo por unas pocas horas”, con el fin de tener tiempo libre para desarrollar su musicalidad. Sabía que tenía un don para hacer imitaciones, y fue a pasar una audición para el programa de televisión “La noticia rebelde”. La contrataron en el acto. Su popularidad se elevó meteóricamente y, tres años más tarde, tuvo su propio programa de comedia, “Juana y sus hermanas”, para el cual inventó e interpretó una serie de personajes hilarantemente estereotipados. El programa fue un inmediato y enorme éxito, convirtiendo a Juana en la comediante más popular de Argentina.

Siete años después de su debut televisivo, Juana quedó embarazada y tuvo que suspender el programa por unos meses. Se encontró reflexionando sobre su rápido ascenso al estrellato y reflexionó sobre el desvío que la carrera de actriz provocó sobre su verdadera pasión: la música. Tomó la valiente decisión de cancelar el programa y retomar la música (algo que muchos argentinos le reprochan incluso al día de la fecha). Bajo la producción de Gustavo Santaolalla, lanzó su primer álbum, Rara (MCA, 1996), y la recepción fue más que reservada: sus fans acudían a sus shows, esperando reír con sus personajes, y la prensa la entrevistaba preguntándole cuándo volvería a la actuación.

A pesar de la enorme dificultad inicial, Juana resistió y se mantuvo fiel a su decisión. Su pasión y compromiso con la música prevalecieron y el reconocimiento mundial fue creciendo año tras año, con un estilo que, aunque presenta elementos de folk, ambient y electrónica, es muy único y personal, que a menudo los críticos lo compararon perezosamente con el de Björk o Beth Orton. Pero, como dijo el New York Times: “Molina no imita a nadie. Ella se divierte demasiado siendo ella misma”.