“Violetta Valéry es una victoria del feminismo” afirma Renato Palumbo, el renombrado maestro italiano que regresa al Colón para dirigir el último estreno de la temporada lírica con el récord de más de cincuenta producciones de La Traviata en su haber, uno de los títulos más queridos y populares del repertorio, el de la joven cortesana (Violetta) que, entre amantes, lujos y fiestas parisinas, descubre el amor (Alfredo) cuando su vida se escurre en la enfermedad.
La vida breve de Marie Duplessis, mujer que en la realidad inspiró al personaje de Marguerite Gautier en la novela autobiográfica de Alejandro Dumas (h). “Murió en 1847 a los 23 años. Ya en el 48, Dumas escribió la obra literaria La dama de las camelias. En el 52, la pieza teatral, y en 1853 Verdi compuso su ópera”, recapitula Palumbo. “Jamás ha sucedido que, a seis años de la muerte de nadie en este mundo, un compositor de la dimensión de Verdi haya escrito una obra lírica que implicaba entrar en la historia. Por ese motivo nos encontramos ante una verdadera victoria del feminismo.”

Por su parte, el director escénico Emilio Sagi, que completa la dupla de esta nueva producción que se verá a partir del martes a lo largo de nueve funciones para el público (y una décima función de carácter cerrado), agrega: “Quiero contar es lo que está en el argumento: la historia de una mujer que es víctima de una enfermedad (la tuberculosis) y de una sociedad clasista que no le perdona su pasado (el de prostituta de alto vuelo) ni le permite redimirse en la relación con un hombre de familia acomodada”. Y por más baladí que suene, la idea de contar solo que está en el libro, resulta revolucionaria frente a las corrientes que han imperado en el género. “Yo no quiero interpretar nada —asegura el regisseur que inició su carrera en España dirigiendo La traviata hace cuarenta y cinco años—. Ya sé que estas palabras no son modernas, pero me da lo mismo. La obra es tan completa y genial que basta con contar lo que está allí para que el público se entretenga, vea un espectáculo bello y se emocione.”
“La traviata es una ópera extremadamente moderna —define Palumbo—. Es la modernidad de la simplicidad. Es Picasso cuando llega a la síntesis de dos líneas al cabo de una larguísima historia de estudio y trabajo. Una música tan pero tan bella que no diría que nos perturba, pero sí que nos aleja del verdadero drama, de la tragedia.”
Una ópera moderna
-¿Es un conflicto de clases o de moral? ¿Son los valores de otro tiempo o del nuestro?
-Emilio Sagi: Creo que es un argumento actual porque si un hijo trae una prostituta a la familia, en muchos casos sería rechazada, tanto como si un hijo tiene una relación con un hombre. No son las mismas premisas de hoy, pero es un tema actual que quiero acercar a nuestros días, remarcando el coraje de Violetta, un personaje lleno de fortaleza moral.
-¿Hay compasión para con la mirada de Giorgio Germont, padre de Alfredo?
-E.S.: Ninguna. El padre es un catalizador, es un manipulador que tiene una escena horrible. Él va a verla y le dice que tiene que separarse de Alfredo. Ella protesta porque sin ese amor prefiere morir. Él replica con las peores barbaridades. Sabe que está enferma y sin embargo le dice “usted que es joven y bella, cuando el tiempo pase…” Violetta es una víctima de esa sociedad clasista, y sin embargo tiene la dignidad de dejar al amor de su vida. Germont se redime por ser padre, por la culpa que reconoce al final y por la belleza de la música que canta.
Renato Palumbo: -Al inicio el padre no es malo. Lo es en la carta del final cuando le dice ¡Cúrate que te mereces una vida mejor! Porque no se le puede hablar de un porvenir mejor a quien se está muriendo. Yo veía La Traviata de una manera diferente antes de ser padre y después de tener una hija, la pienso muy distinto. Es una ópera que cambia con nosotros cada día. Y me pregunto ¿por qué Violetta se enamora de Alfredo? un hombre tan intrascendente.
-Es también moderna es la idea de “contar la historia tal como es”
E.S.: -Hice esta ópera en los 80 y como todos los jóvenes quería llamar la atención, reivindicar y decir algo. Hoy no quiero eso. No quiero interpretar nada. No quiero dar clases. Hay muchos colegas que quieren dictar cátedra, decir esto o aquello. Yo creo que las clases hay que darlas en las aulas y en el escenario hay que hacer teatro. Por eso quiero contar lo que es, en un trabajo coral con los artistas y mis tres Violetta que son estupendas. Quiero intentar hacerlo con todo mi corazón y con toda la inteligencia de la que soy capaz.

-¿En qué consiste la narración visual?
E.S.: -En un espectáculo muy bello. La acción transcurre en el París de mediados de los años 60, una época de lujos y alta costura. El decorado completamente blanco porque veo en Violetta un personaje de gran pureza, con un vestuario (de Renata Schussheim) exagerado y espectacular. Mucha luz con momentos oscuros. En lugar del ballet quise que el coro participara de las danzas como los propios personajes. Las dos fiestas de la ópera son momentos brillantes, pero muy diferentes: la primera es más fina, la otra es más alegre y vulgar. Traviata es una ópera tan maravillosa que no tiene ni un momento débil. Hasta los pasajes frívolos son de una perfección musical y de una belleza impresionantes. La plástica será algo sorprendente, poético y emocionante a la vez.
Contar una historia
-¿Qué desafíos presenta para el director una obra tan conocida? Usted decía “una música tan bella que hasta nos aleja del drama”
R.P.: -Hoy las óperas no son tan conocidas. Mi abuelo que era un simple ferroviario siciliano, se sabía Trovatore, Rigoletto y Traviata de memoria. Hoy, los amantes de la ópera conocen de las cantantes (Callas, Sutherland, Moffo) pero no saben del significado profundo de la música y la armonía técnicamente hablando. Eso es mucho más difícil. La diferencia entre el primero y el segundo preludio por ejemplo. ¿Qué significa la tonalidad de si menor? Que Violetta ya está muerta. ¿Qué nos cuenta el do menor? Que todavía tiene algo de vida. La misión del director es contar una historia, no en capítulos estancos sino en una continuidad cinematográfica donde todo cobre un sentido. ¡Y eso no es fácil! Uno tiene una idea de la historia quizás de un modo diferente del habitual. Pero cuidado, que no debe contar aquello que la música dice ¡Eso es demasiado fácil! No. No. El director debe contar aquello que por sí mismo ha descubierto estudiando la música.
-¿Por ejemplo?
R.P.: -El final del primer acto. Follie follie… Lo viven como una gran alegría, la decisión de divertirse y vivir en libertad. En realidad es lo opuesto porque, siempre hablando del plano armónico, si quieres ser feliz, el final debería ir al La Mayor. Sin embargo, va al La bemol que es una tonalidad mórbida, blanda. La orquesta por debajo crea un lugar de bienestar, una atmósfera dulce y enamorada. Y las palabras de Violetta van en contra de ese discurso armónico. Es un recurso que Verdi usa muchísimo. Como en el Va Pensiero de Nabucco. Un canto doloroso que cuenta la opresión de la esclavitud y lo canta en un modo mayor casi feliz. Lo escribió en la tonalidad de fa sostenido mayor que es una de las más duras y difíciles de tocar. El sufrimiento del pueblo entonces lo carga la orquesta en una tonalidad llena de contradicciones, dificultades e incomodidad.
-Porque como dice el dicho, el diablo está en los detalles ¿en cuáles está su sello?
R.P.: –Hay momentos en los que no comanda la fuerza de la música sino la fuerza de la palabra y es allí donde están mis indicaciones más spintos, más ritenutos. Son inflexiones, cosas pequeñas que dan un sello personal. En Addio del passato, se canta de la primera a la última nota, haciendo comprender que Violetta está muy enferma, que está agonizando, porque en la música está escrito ese sufrimiento.
-¿Cómo se logra unificar tantos detalles en los tres elencos?
R.P.: –Porque se trabaja con mi material, con el llevo a cualquier parte del mundo. Ahí están todas las indicaciones marcadas de lo que quiero y después, cada personaje tiene su carácter y su idea, pero no debe ir en contra de lo que yo pienso. Sin embargo, no creo que la música sea un arte para talibanes. Es un arte vivo y abierto. Para la orquesta es una partitura que aparenta fácil de tocar, pero resulta como Mozart: “la alegría de los diletantes, la locura de los profesionales”. En Traviata es lo mismo porque hay que tocar los pianos, la delicadeza y el buen gusto que es difícil y mi tarea es indicar cómo se hace para lograrlo.
-Tienen con el director escénico miradas distintas del tipo de mujer que fue Violetta ¿Cómo se complementan?
R.P.: -Las creaciones de Emilio son siempre bellas, clásicas y modernas. Él hace cosas inteligentes, respetuosas y elegantes. Es verdad que difieren nuestras miradas, pero al final de todo, es la atmósfera de la orquesta la que saca a relucir el mensaje de la música que prevalece.
Para agendar
La traviata, de Giuseppe Verdi. Nueva producción de la ópera en tres actos con libreto en italiano de Francesco Maria Piave basado en la novela La Dama de las Camelias (1848) de Alejandro Dumas (h). Funciones: 18, 19, 20, 21, 23, 25, 26, 28 y 29 de noviembre. Sala: Teatro Colón (Libertad 621).
Fuente: Cecilia Scalisi, La Nación.

