Allá por mediados de 1974, más o menos por cumplir los 26 años, Litto Nebbia iba ya por Melopea, su séptimo disco solista. Grueso número si a él se le suma el de Los Gatos Salvajes que había grabado apenas nueve años atrás, y los cinco de Los Gatos. 13 en total, pues, en solo 12 años de temprana y prolífica vida musical. Único e inimitable Nebbia en ese momento de su trayecto en que lo acompañaban Jorge “Negro” González en bajo y el baterista Néstor Astarita (como pasaría durante seis años y diez discos) y en que su pareja de entonces –Mirtha Defilpo- escribía las letras. La tríada, más los aportes de Rodolfo Alchourrón, Rodolfo Mederos y el saxofonista Héctor Bingert, conformaban el elenco del disco que el rosarino recreará justamente el viernes 30 de agosto a las 20.30 en La Trastienda (Balcarce 460), rodeado esta vez por el tridente guitarra-bajo-batería conformado por Ariel Minimal, Nica Corley y Tomás Corley, respectivamente.
“Vengo un año atrasado con los aniversarios, espero ponerme a tiempo el año que viene”, se ríe Litto, a quien efectivamente se le distorsionó el almanaque a causa de la quebradura de húmero y rótula que sufrió en agosto de 2023 y que lo mantuvo quieto, con todo lo que ello implica en él, claro. “Me pasó también con Muerte en la Catedral, que salió en 1973 y festejamos los 50 en 2024, un año después del redondo. A ver si el año que viene me pongo en fecha”, insiste y se ríe.
-Lo importante no es cuándo sino cómo, al cabo…
-Por suerte estoy bien, sí. No tengo ningún dolor y una vez que me siento toco y no pasa nada… lo único que tengo que cuidar es la gamba, porque todavía no la puedo doblar. Pero en líneas generales estoy bien y por suerte estoy tocando, porque si no, yo que tengo un cohete en el orto, me iba a morir de espíritu y de hambre, de las dos cosas (risas).
Dentro del cómo volver sobre Melopea –cuya grabación original duró apenas 36 horas- Nebbia incluye el encare musical, medio siglo después de la obra. Y por supuesto hay variaciones. “Querer hacer como una especie de cover es un disparate, porque ahí sí se nota el tiempo que pasó y no porque vos estés distinto y no lo vayas a tocar bien, sino porque hay otro sonido, otra química, otro audio, y también le das otra lectura a estas canciones con tantas armonías, modulaciones y letras que, en su momento, ya eran complicadas. Y que hoy en día, en el mundo que estamos viviendo, parecen complicadas también porque, mientras todo suena igual a otra cosa dado el business, la industria del entretenimiento o lo que sea, las canciones de Melopea dan para trabajar y disfrutar de un montón de variantes”.
-¿Cómo recibe el cuarteto con que trabajás hoy esta posibilidad que ofrecen aquellas canciones?
-Bueno, ellos cantan y hacen voces conmigo, en algunos temas. Esto es algo distinto de aquellos temas originales, en los que yo cantaba solo y nunca había muchas voces, salvo algunos coritos míos, o el tema que canto con Mirtha (“Memento Mori”). Hoy, con estos temas de Melopea que tienen tantas posibilidades, como decía, se me ocurrió meter voces, coros y una cantidad de contrapuntos que van a quedar muy lindos para las canciones.
-¿Hasta dónde llega la licencia de vestir con otras ropas esas canciones, más allá de las intervenciones corales de los músicos del cuarteto, y cierta impronta un poco más acústica?
-No más que eso, porque yo no le hago a las canciones cambios de estética fundamentales. No me gusta cambiar la rítmica, por ejemplo, o sofisticarlas… sobre todo estos temas que ya tienen una armonía compleja, ¿no? Las respeto, porque las armonías están buenas y las melodías me gustan, igual que las letras de Mirtha, que quizá se disfrutan más hoy que antes. Por otra parte, bueno, está buenísimo esto de poder tocarlas nuevamente en vivo y tocarlas en este tiempo en que todo está tan difícil para la música que uno hace. Está buenísimo que te contraten porque quieren a tu música, y te quieren a vos, te admiran. Lo digo desde lo independiente, que es mi forma de manejarme. Que te llamen para tocar porque quieren lo que hacés es maravilloso.
-Hablando de la libertad, justamente le pusiste Melopea al sello que ayudó a cumplir muchos de tus sueños soberanos, a fines de la década del 80. Más allá de lo dicho ¿Qué fue, qué es para vos Melopea?
-Como su nombre lo indica, uno de mis discos más cancioneros, cuya característica pasa por temas cortos, a diferencia del que vendría –Fuera del Cielo- que tiene 4 o 5 temas por supuesto más largos. Quiero decir, con el trío le buscábamos una vuelta estilística a cada trabajo. Uno era como una suite, otro de canciones cortas, otro acústico, otro más eléctrico, y así. En este marco, Melopea se destaca por su apertura de voces, los coros y ese tipo de cosas, con algunas canciones que se despegaban.
-¿A cuáles te referís, puntualmente?
-A “La ventana sin cancel” y “Memento Mori”, aunque Melopea también tiene, al igual que Muerte en la Catedral, dos temas con orquesta grande dirigida por Alchourrón. Otro punto que no quiero obviar de ese disco es lo mucho que lo tocábamos en vivo. Viajábamos mucho y por todos lados, porque, como dije, siempre hay gente que le gusta lo que hacés y te quiere ir a ver, a escuchar. Ahí es cuando descubrís que hay un montón de gente que no te va a escuchar por otro lado… está ahí, en su lugar y, para que ocurra el encuentro, vos tenés que ir y viajar, no hay otra vuelta. Además, divulgás las canciones porque, excepto una o dos que empiezan a escucharse en los medios, el resto no las conoce nadie, salvo los fanáticos. Sobre todo hoy, que pocos escuchan un disco entero, por el vértigo con que se vive…
-Volviste al presente…
-Es lo que hago siempre en realidad, con la diferencia que ahora voy a un lugar y cuento «este tema lo escribí a los 16 años», y cuando termina digo «este, a los 48″… voy haciendo la cronología. Después viene la gente a comprar el disco y pregunta «¿en cuál está el tema del que Litto dijo esto y lo otro?», porque hay personas que escucharon determinado tema por primera vez, o le prestaron atención.

-Viene al caso Melopea cuyos temas, excepto “Memento Mori” o “La ventana sin cancel”, no has tocado mucho en vivo, y son bellísimos. “La canción del viajero”, por caso.
-Sí, esa está bárbara. Ahora la vamos a cantar a dúo con Ariel Minimal. También vamos a hacer otras que están muy lindas: “Melancólica Mirtha”, “Cuestión de Tiempo” y el más rockerito “¿Qué clase de amor tendrás?”
-Hay un temazo, bien rockero y contundente, llamado “Vertical”, que pertenece a ese período tuyo. No está en el disco, pero sí se editó –a la usanza de la época- como lado B del simple que tenía “La ventana sin cancel” como canción principal. ¿Entra o no en el repertorio?
-También lo vamos a hacer, sí. A Ariel le encanta ese tema, y justamente hace un solo de guitarra infernal.
La coyuntura
-¿Cómo impregnó el contexto político y social de ese momento del país a Melopea?
-El contexto de inconvenientes y violencia de ese momento es algo que está siempre. Con distintos ropajes o climas, pero está siempre. Sí era bravo en ese momento la cosa de las prohibiciones muy directas, o porque eras raro, o porque las letras no se entendían, o porque esto y lo otro. Hoy en día no tenés esas prohibiciones, lo que tenés es un rigor de ausencia. Por un lado, porque hay una buena parte de la sociedad que no está concentrada en la música sino en sus problemas económicos o laborales. Y por otro, porque hay mucho limbo. Igual, esto sucede en todo el mundo. Yo siempre pongo el ejemplo de la cantidad de discos buenos que siguen saliendo de jazz, de fusión, de música brasilera, mientras parece que las cosas que están ocurriendo no están para eso. Quiero decir, hay una cuestión que tiene que ser adelante con el arte de cualquier manera.
-Respecto de la época violenta que impregna a Melopea, hay un tema que direcciona bien en ese sentido, “Capitanes de esta guerra”. ¿Coincidís?
-Tiene que ver, sí, con las cosas que ocurrían en ese momento. Pero hay otras cosas que pasan con las letras y el tiempo en que son escritas, y es que no siempre coinciden. Yo tengo algunas que son de la década del setenta, pero que las tocaba en 2001 en Alemania, cuando pasaban por la tele que estaban saqueando comercios en la Argentina, y venían los alemanes y me preguntaban «¿usted compuso esta canción por lo que está pasando en su tierra?», y yo les decía que no, que la había escrito hacía treinta años, por otra cosa. Lo que estaba presente era la violencia con distinta forma, distinto ropaje, como decía antes.
-¿Cómo funcionaba la dupla compositiva con Mirtha, teniendo en cuenta que además eran pareja, convivían?
-Empezó como un juego. Ella escribía poesía para ella, hasta que un día le dije que me diera un par de sus poesías para ponerles música, y ella me dio esas dos primeras que grabamos para Muerte en la Catedral. Me refiero a “Mendigo de la Luna” y “La operación es simple”, dos canciones bravas, que me gustan mucho, y que perduran en el tiempo por su profundidad. Eso nos animó a continuar. Además, éramos pareja y estábamos satisfechos por compartir algo del arte con nuestra vida personal. Ella empezó a pelar más temas y así llegaron los nueve con letra de ella y música mía que grabamos en Melopea. En los cinco o seis años que duró la pareja, hemos compuesto unas sesenta canciones, muchas de ellas con citas de la literatura clásica o medieval. Por eso “Memento Mori” está en latín, sino sería “Recuerda que debes morir”.
-La única que cantás con Mirtha…
-Sí, porque ella quería cantar alguna. No había cantado en su vida de manera profesional, digamos, y decidió cantar esa. Por eso, en el disco no la grabamos con el trío sino que estoy yo solo con la guitarra, bien en plan folk, y la cantamos los dos juntos como si estuviéramos en un asado. Eso solo fue, no hay ningún otro argumento.
-A ella le dedicás justamente un tema corto, postrero, que se llama “Melancólica Mirtha”. ¿Con qué intención?
-Es como una descripción instantánea de la clase de mujer que era ella. Es una canción de amor, lógicamente, y la música que le puse es una especie de fábula, de musiquita de cajita de música.
-Hay otra arista de Melopea que les ha generado a vos, a Astarita y al “Negro” González, algún que otro problemita con los ortodoxos del jazz, y del rock, y es el hecho justamente de pararse en el medio de ambos géneros, en esa frontera sinuosa.
-Sí, cierto, pero eso tenía también su contracara, porque esa libertad te permitía tocar en todo tipo de lugares. En los primeros festivales de La Falda, y en todos esos festivales, por un lado. Y por otro, en café concert y bares de jazz. Dicho esto, sí, estaba esa tirantez ortodoxa de cada uno de los géneros que existía en ese momento y que existe hoy también. Eso no sirve para nada, porque lo lindo es que se hagan cosas.
-¿Cuál es para vos el tema emblema de Melopea? ¿Hay alguno que funcione como la parte por el todo o algo así? ¿O alguna que se te venga primero?
-No, no. Como no las he tocado seguido, excepto “Memento Mori” o “La ventana sin cancel” se me vienen como embarulladas. Con eso de que saco tantos discos, uno atrás del otro y no paro nunca, siempre estoy tocando cosas nuevas. Ahora estoy redescubriendo esos temas, porque los quiero tocar natural y cómodamente, no como un desafío deportivo. Además, los temas van tomando forma por cómo tocan los chicos, y el entusiasmo que le ponen, que nos hace sentir vivos y divertidos.
Nebbia también tiene en carpeta reeditar Melopea en formato doble. Un disco con el álbum original remasterizado a la altura, y el otro con versiones de las piezas a cargo de Pez, Emilio del Guercio, Daniel Homer, Los Mersey Mustards, Jerónimo Verdún, José Francisco Ingaramo, Los Reyes del Falsete, Edgardo Acuña, Maby Fernández, el Coro Popular Melopea y Jazmín Colombres. “Todos amigos afines a nuestra idea estética”, asevera don Félix. “La condición era que lo tocaran como les gustara y resultó muy entretenido, muy lindo, con distintas posibilidades rítmicas hechas por otros. Incluso por algunos que ni siquiera habían nacido cuando saqué el disco”.
Fuente: Página12