Marilyn Monroe: los caballeros las siguen prefiriendo póstumas

Una tumba vecina a la de la estrella de Hollywood fue vendida en un remate en u$s 195.000. Pero este es sólo un capítulo más de una macabra historia que se inició en los años 80.

“Hollywood es ese lugar”, dijo una vez Marilyn Monroe “en el que te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma”. A más de seis décadas de su muerte, el primer valor al que se refería la estrella de «Una Eva y dos Adanes» ha trepado a los cielos, pero el segundo se mantiene más o menos estable.

Desde los años 80, ni siquiera sus restos pueden descansar en paz. Hoy, en una subasta celebrada por la casa Julien’s Auctions, una cripta distante una hilera hacia arriba y cuatro hacia la izquierda de la suya se vendió en u$s 195.000 al ejecutivo de tecnología de Beverly Hills Anthony Jabin, quien se propone pasar la eternidad lo más cerca posible de la desafortunada actriz fallecida en 1962, a los 36 años, en circunstancias nunca aclaradas del todo.

En la subasta también se vendió en casi 90.000 dólares la vieja placa del nicho, que estaba muy desgastada y hace tiempo se reemplazó por una nueva, además de una gran cantidad de memorabilia que incluía vestidos, joyas, mobiliario, etcétera, pero que no constituye el tema de estas líneas. Lo llamativo aquí es que, tratándose de Marilyn, la necrofilia estadounidense nada tiene que envidiarle a la nuestra.

El millonario Anthony Jabin,ejecutivo de tecnología de Beverly Hills, pagó u$s 195.000 por una tumba cercana a la de Marilyn Monroe.

El millonario Anthony Jabin, ejecutivo de tecnología de Beverly Hills, pagó u$s 195.000 por una tumba cercana a la de Marilyn Monroe.

Cualquiera que haya visitado, en Los Angeles, la tumba de Marilyn, se habrá llevado una sorpresa: el espacio modesto, democrático, que ocupa el nicho en el Westwood Village Memorial Park, sobre Wilshire Avenue, un cementerio de dimensiones también pequeñas, aunque también estén allí enterrados otras figuras como Natalie Wood, Truman Capote, Roy Orbison, Dean Martin, Billy Wilder, Jack Lemmon y Kirk Douglas.

El efecto al detenerse ante el nicho de Marilyn, el más visitado por el turista, es parecido al que se tiene ante el de María Callas en Père-Lachaise, en París, que, además, está en el interior de una sombría y húmeda galería (el de Marilyn, al menos, se ecuentra en un espacio al aire libre). Esculturas funerarias como, por caso, la de Jim Morrison, no tienen ni comparación con las de dos de las mayores divas del siglo XX.

Las pujas para descansar eternamente junto a Marilyn Monroe

Sin embargo, las pujas para yacer junto a la protagonista de “Los caballeros las prefieren rubias” no empezaron hoy ni mucho menos. Todo arrancó a comienzos de los años 80, cuando Richard Poncher, un empresario pintoresco, fabricante de pelucas, le compró a Joe DiMaggio, el famoso beisbolista y ex marido de Marilyn, dos tumbas en Westwood: una de ellas estaba sobre la de ella.

El señor Poncher murió en 1986 y se le cumplió, al menos en parte, su voluntad póstuma: ser enterrado encima de su idolatrada actriz. Nadie pudo comprobar, en cambio, si la otra mitad de su deseo también se respetó: quería que su cuerpo descansara boca abajo, esto es, para que el amor entre ambos no se interrumpiera hasta el fin de los tiempos. Cuentan que, inclusive, el señor Poncher amenazó a su esposa con perseguirla de manera ultraterrena si no cumplía con esa otra parte de su voluntad. Quienes han tratado de averiguar en Westwood esa parte del procedimiento (la disposición del cuerpo, claro) sólo reciben una sonrisa de los cuidadores como toda respuesta.

El segundo capítulo de esta historia se produjo en 1992 cuando Hugh Heffner, el fundador de la revista Playboy, cuyo primer número (1 de diciembre de1953) llevó como chica de tapa a Marilyn, compró por 75.000 dólares la tumba adyacente a la de ella (a la izquierda). Y allí fue enterrado Heffner cuando murió en 2017, de manera que no hay forma hoy de rendirle honores a Marilyn sin ver el nicho de quien entraría, en este siglo, en el index del movimiento #MeToo por su trato a las “conejitas”.

A más de seis décadas de su muerte, todavía hay fanáticos que persiguen a Monroe hasta su tumba.

A más de seis décadas de su muerte, todavía hay fanáticos que persiguen a Monroe hasta su tumba.

Sin embargo, lo más bizarro de esta serie macabra ocurriría en 2009, cuando la viuda del señor Poncher, Elsie, puso en venta en eBay la tumba de su esposo porque ya no podía sostener la hipoteca de la casa donde vivía en Beverly Hills. Aparecieron quince oferentes, y la cifra más alta fue la de un comerciante japonés: 4,6 millones de dólares. Cuando la señora Poncher festejaba el resultado de la subasta sucedió lo imprevisto: el japonés se retractó, alegando que no llegaba a reunir ese dinero. Y lo peor es que igual conducta tuvo el resto de quienes habían pujado por el nicho, lo que dio pie a que se supusiera que eran oferentes falsos, puestos por ella para elevar el valor final.

La prensa continuó ocupándose del asunto ya que pocos días después se descubrió que los Poncher estaban divorciados desde 1982, de manera tal que se puso en entredicho la propiedad de Elsie sobre la tumba en cuestión. El escándalo, como todos los escándalos, fue disipándose con el correr del tiempo, hasta que un día, durante la pandemia, tuvo lugar el mayor de los misterios: junto a la tumba del señor Poncher, es decir, encima de la Heffner, apareció la placa con el nombre Elsie Poncher.

Con las restricciones que había en esos tiempos fue imposible confirmar si se trató de una farsa, de un chiste macabro o de una atracción turística más, porque la placa no registra año de nacimiento ni de muerte, y en ningún lugar apareció un obituario de la ex señora de Poncher. ¿Hay restos allí dentro? Es lo que se preguntaron muchos, porque de la mujer nunca se supo más nada, como tampoco de familiares o amigos. Se esfumó. También empezó a circular la inevitable broma de mal gusto: ¿habrá sido enterrada enfrentando a Heffner? Lo dicho por Marilyn: millones de dólares por los cuerpos, centavos por el alma.

Fuente: Ámbito.