Natalia Oreiro: de su experiencia filmando en el penal de Ezeiza al gran secreto de su amor con Ricardo Mollo

La actriz contó todos los detalles de La mujer de la fila, su nueva película basada en hechos reales, y reveló por qué necesita “aprender a soltar”

La agenda laboral de Natalia Oreiro es intensa. A tal punto que tuvo que adelantar un mes y medio la jornada para promocionar La mujer de la fila, la película basada en hechos reales que la volvió a reunir con el director Benjamín Ávila (Infancia clandestina) y que estrenará en cines el próximo 4 de septiembre. “Ahora me voy a México a hacer una nueva película que dirige Gael García Bernal. En octubre voy a empezar a filmar con [Adrián] Suar como director y como actor, y vengo de trabajar con Fernán Mirás y con Juan Taratuto”, explicó la actriz.

Así como interpretó a Eva Perón y a Gilda, dos personajes muy presentes en el imaginario popular argentino, Oreiro se transformó para su nuevo film en Andrea Casamento, una mujer que, a raíz de su experiencia con la errónea detención de su hijo, fundó la Asociación Civil de Familiares de Detenidos (ACiFaD) y se convirtió en una de las representantes de Latinoamérica en el Subcomité de Prevención de la Tortura de la ONU, puesto que ejerció hasta diciembre pasado.

Natalia Oreiro junto a Andrea Casamento, cuya historia inspiró la película La mujer de la fila
Natalia Oreiro junto a Andrea Casamento, cuya historia inspiró la película La mujer de la fila

En la película de Ávila (que hace un cameo como Santillán, el líder de una banda delictiva), Andrea es una mujer viuda de clase media que debe enfrentarse por primera vez al deshumanizante sistema penitenciario luego de que su hijo mayor fuera encarcelado. Desesperada y perdida entre los códigos y las reglas propias de la cárcel, que desconoce por completo, las requisas, la hostilidad y la indiferencia, Andrea descubre en su primera visita al penal de Ezeiza que es una más entre otras tantas “mujeres de la fila”, esas mujeres que pasarán de ignorarla por completo a acompañarla en su incansable lucha para descubrir la verdad.

Las verdaderas "mujeres de la fila" formaron parte de la película de Benjamín Ávila. En la foto se encuentran, además, Natalia Oreiro y otros integrantes del elenco, como Amparo Noguera, Marcela “Tigresa” Acuña y Federico Heinrich
Las verdaderas «mujeres de la fila» formaron parte de la película de Benjamín Ávila. En la foto se encuentran, además, Natalia Oreiro y otros integrantes del elenco, como Amparo Noguera, Marcela “Tigresa” Acuña y Federico Heinrich

-¿Cómo se gestó este proyecto?

-Con Benjamín habíamos trabajado en Infancia clandestina (2011), después él fue productor de Gilda (2016) y siempre hablábamos de hacer cosas juntos. Un día me llamó y me dijo “mirate esta charla TED”. Era la de Andrea Casamento, que es alucinante. Me impactó, ella tiene una personalidad y una energía increíble. Le dije a Benjamín: “Esto es una película”. Y él me respondió: “Sí, voy a hacer la película y me gustaría que fueras la protagonista”.

Oreiro, en una escena de la película que llega a las salas este jueves 4
Oreiro, en una escena de la película que llega a las salas este jueves 4Gentileza

-¿Ahí mismo le dijiste que sí?

-Por supuesto, por un montón de razones. Primero, porque me parece muy conmovedor cómo una mujer pudo resignificar su vida a través de una tragedia, porque podría haberse quedado en el dolor o en la estigmatización de decir “de esto no se habla”. Ella cuenta que su vida no tenía sentido, que antes se preocupaba por qué se ponía, y ahora realmente tiene el sentido de poder acompañar a todos estos familiares a través de ACiFaD. También es muy conmovedor escuchar a estas mujeres de la fila. Algunas perdieron a sus hijos dentro de la cárcel, viven con el corazón en la boca y se olvidan de cualquier otra cosa: de su rol de mujer, de su rol de madre de sus otros hijos, esos niños pequeños que pierden no solo a su padre o a su hermano que está preso, sino también a su madre.

-Hay una escena en la película que hace referencia a eso, donde tu personaje dice: “Todos estamos presos”.

-Es así. La sociedad estigmatiza. Hacen cumplir la condena a quien cometió un delito y a su familia, que también está presa porque la sociedad la marca. Muchas de esas mujeres no pueden decir en sus trabajos que tienen un familiar preso por miedo a perder el trabajo, o decírselo a sus amigas, o en su barrio, porque son juzgadas. Está muy presente la idea de “¿qué hiciste mal para que tu hijo hiciera eso?”. Es una doble estigmatización y una doble condena, la real y la social.

-¿Cómo te preparaste para un papel así?

-A diferencia de Gilda o Eva [Perón], este es un personaje real pero no es conocido. Más allá de la búsqueda de la forma de hablar de ese personaje, de moverse, de vestirse y del cambio físico, porque Benjamín me pidió que ganara peso, la verdadera búsqueda comienza en el momento en que yo, como ser humano y no como actriz, empatizo con ese dolor. No hay manera de que no te pase. Y con los años, comprendí que puedo hacer de una nazi en Iosi [el espía arrepentido], pero que, en un punto, cuando estoy sola con la emoción, lo que transmito es lo que le pasa a mi cuerpo, que no lo puedo controlar y es lo más genuino que tengo para dar.

-¿Cómo fue la experiencia de filmar en el penal de Ezeiza?

-Fue la primera película que se filmó en la cárcel de Ezeiza y es un lugar con una energía difícil, hay mucho sufrimiento, fueron días muy duros. Pero, en contrapartida, tenés a esta comunidad de mujeres que se acompañan, es una red muy potente y uno se abraza a eso. Obvio, yo voy y salgo, no tengo un familiar ahí, entonces es fácil decirlo. Pero te vas con una sensación de decir: “Estoy formando parte de algo que sucede en la realidad y tengo la posibilidad de amplificarlo”. Si con esto, además de ser un hecho cinematográfico, logramos aunque sea que un solo espectador empatice con esa realidad, ya está. De hecho, va a haber una campaña muy interesante de impacto social, la gente va a poder escanear un código QR para entender qué es ACiFaD, de qué manera puede colaborar, hacer voluntariado o simplemente informarse, porque la información es reveladora y liberadora.

Natalia Oreiro y Benjamín Ávila: luego de trabajar juntos en Infancia clandestina y Gilda, el director la convocó para protagonizar La mujer de la fila
Natalia Oreiro y Benjamín Ávila: luego de trabajar juntos en Infancia clandestina y Gilda, el director la convocó para protagonizar La mujer de la filaGentileza Alejandra López

-¿Tenían algún protocolo establecido para filmar en la cárcel?

-Pasábamos por una requisa, que no era igual a la que se hace normalmente, y no podíamos estar con el celular. Solo había dos o tres que permitían entrar y eran de la producción. Obviamente, siempre hicimos todo con mucho respeto, nosotros estábamos filmando y nos trataron muy bien. Ellas [las mujeres de la fila] nos sugerían cosas, nos explicaban, por ejemplo, que ciertos colores no se pueden usar. Hay mucha convivencia entre los familiares y los que están allí porque se ven todos los días. Y las cosas no es que están perfectas, pero han cambiado mucho desde la época en la que sucede la historia que se cuenta en la película.

"Había mucha comunidad y eso hacía que nos acompañáramos. Uno se va de ahí con una carga emocional fuerte pero siempre fue muy luminoso el rodaje"
«Había mucha comunidad y eso hacía que nos acompañáramos. Uno se va de ahí con una carga emocional fuerte pero siempre fue muy luminoso el rodaje»Gentileza

-Con historias como estas que son emocionalmente tan fuertes, ¿qué pasa cuando llegás a tu casa?

-Con Eva estaba muy enloquecida con cómo hablaba, escuchaba todo el tiempo sus discursos y, aparte, como la hicimos en pandemia, estábamos todos con la escafandra. Llegaba a casa muy cargada y no lograba cortar. Acá, el equipo era muy amoroso, nos juntábamos a festejar los cumpleaños e invitábamos a las chicas, comíamos la merienda juntos y antes de comenzar cada jornada prendíamos una vela larga que tenía en mi motorhome. Había mucha comunidad y eso hacía que nos acompañáramos. Uno se va de ahí con una carga emocional fuerte pero siempre fue muy luminoso el rodaje.

-Al final de la película interpretás Canción de las simples cosas, de Mercedes Sosa. ¿Fue tuya la elección de ese tema?

-Fue un tema que me acompañó durante todo el rodaje porque los traslados eran muy lejos. A mí me encanta Mercedes Sosa y esa canción sentía que tenía que ver con lo que pasa en la película, entonces la ponía sin parar. Durante el proceso de montaje, le conté a Benja lo que me había pasado con esta canción y le pregunté si podía hacer una propuesta. Entonces, hablé con Ricardo [Mollo, su marido], nos pusimos a improvisar y él me acompañó con la guitarra y con las voces. Se la mostramos al equipo y quedó, son de esas cosas que decís “tenía que pasar”.

-En diciembre pasado dijiste que este año quizás ibas a preparar un disco nuevo. ¿Sigue en pie esa idea?

-Después de Campamento con mamá [Netflix], Ale Sergi me propuso producir un disco [con el cantante de Miranda! hicieron “Si no es con vos” para la banda sonora de la película]. A mí me encantaría, pero los dos estamos trabajando mucho. A veces, son un poco incompatibles la actriz y la cantante. Entonces, en el audiovisual encuentro la posibilidad de grabar una canción para una película o hago un showcito, pero hoy la actriz es la que más me contiene.

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“Aprender a soltar”

-Has contado cómo la maternidad te cambió la vida y te llenó de miedos. Hoy, que tu hijo tiene 13 años, ¿cómo lo estás transitando?

-Ahora estoy transitando el aprender a soltar, que me cuesta un montón. Pobre, él es hijo único de mi parte; lo disfruta y también lo debe padecer. Esa ambivalencia de decir: “Soy el hijo de mamá, pero mamá, por favor, no me asfixies”. Y yo estoy en esa de aceptar que está más grande, que no tengo que estarle tanto encima. En contrapartida a lo que pasó en mi familia, que yo me vine a los 16 años a vivir sola y siempre fui muy independiente, con mi hijo soy todo lo contrario. Es terrible porque no está bueno tener una madre así.

"Agradezco a mi profesión porque me permite conectar desde un lugar más humano con ciertas cosas. Todos queremos controlar todo para no sufrir, pero esta profesión me permite tirarme a la pileta y confiar", reflexiona la actriz
«Agradezco a mi profesión porque me permite conectar desde un lugar más humano con ciertas cosas. Todos queremos controlar todo para no sufrir, pero esta profesión me permite tirarme a la pileta y confiar», reflexiona la actrizGentileza Bruno Imanol

-¿Te pide, por ejemplo, que no lo acompañes hasta la puerta del colegio?

-No, en ese sentido es muy comprensivo. El papá siempre le dice que no tiene que ser tan comprensivo pero Ata es muy tranquilo, muy armonizador. Él es como “bueno, mamá es mamá”, pero yo no me quiero quedar con eso porque sé que está mal. Quiero cambiar y me cuesta un montón, te juro. Y sé que no voy a poder aprender todo porque ellos crecen muy rápido. Lo intento y le pido disculpas por ser tan pesada.

-¿Qué otras actitudes te gustaría cambiar?

-¡Un montón! Creo ser una persona autocrítica que todo el tiempo se pregunta: “¿sos feliz?, ¿esto te sirve?, ¿seguís siendo vos?, ¿esto es parte de algo que tenés que soltar?”. Trabajo mucho en eso y creo que justamente por eso soy tan consciente de las cosas en las que la estoy embarrando. Hay un montón de madres que deben de ser igual que yo pero que ni se lo plantean. Entonces, no sé qué es mejor porque lo sufro, y por eso los pequeños cambios para mí son grandes logros. Después, en mi vida personal soy bastante relajada, aunque sí necesito cierta estructura laboral porque sino siento que las cosas no suceden.

Un recuerdo familiar que compartió Natalia Oreiro con Ricardo Mollo y su hijo Atahualpa
Un recuerdo familiar que compartió Natalia Oreiro con Ricardo Mollo y su hijo Atahualpa

-¿Cómo hacen como papás para que Atahualpa no tenga celular?

-Fue una decisión que tomamos con el papá cuando Ata era muy chico, después de investigar sobre el tema. Lo que suele suceder es que la gente no sabe el impacto que las pantallas generan en las infancias. Y creo que, por no saber, los chicos terminan con una dependencia total. Cada familia elige lo mejor para sus hijos y no está en mí juzgar lo que cada uno hace. Solo que en esta familia, habiendo investigado, leído algunas cosas y charlado con docentes y con personas capacitadas en la materia, entendimos que retrasar las pantallas iba a ser algo muy bueno para su desarrollo cognitivo y emocional. Acompañamos otras formas de conexión con cosas que le gustan a él. Él es un niño que lee, que hace origami, carpintería, deporte y le gusta la naturaleza. Entendemos que es algo que va a suceder en algún momento y que así debe suceder porque gran parte del mundo viene con eso. Pero creo que haber desarrollado su infancia y su primera adolescencia lejos de las pantallas y de las redes sociales le dio su personalidad, que no es ni mejor ni peor, pero es la suya y es la que esta familia pudo construir, y estamos conformes con eso.

-¿No se los reclama?

-No, porque la escuela a la que va promueve la no conectividad hasta determinada edad. Hoy tiene amigos que ya tienen celular y otros que no, pero los padres respetan los acuerdos. Entonces, cuando se juntan a jugar o para los cumpleaños no llevan los teléfonos.

-Ustedes tratan de exponerlo lo menos posible y evitan mostrar su rostro en las redes sociales. ¿Él entiende la vida de sus padres famosos?

-La tiene clara, creció con esto. Imaginate que me acompañaba a Rusia con todo el subidón de gente. Pero transita las cosas con total naturalidad, sabe los padres que tiene y a lo que se dedican y no le interesa participar de eso de forma expuesta, sí como hijo. Nosotros no solo no lo exponemos por una decisión de intimidad, sino también porque consideramos que él no elige lo que sus padres eligieron como profesión. Sí me acompaña, se ríe, pero a él le gusta el rol de que yo sea su mamá. En la escuela soy la mamá de Ata y participo activamente, como la mayoría de los padres. Nunca se me ocurre ir maquillada, por ejemplo. O sea, me ve así y se mata de risa.

"Cuando no estoy filmando me gusta hacer cosas como cualquier persona", dice Oreiro
«Cuando no estoy filmando me gusta hacer cosas como cualquier persona», dice OreiroGentileza Bruno Imanol

-¿Y cómo es Natalia fuera de un rodaje?

-Mi trabajo es extraordinario pero yo soy una persona ordinaria. Es una vocación, vivo de eso y me encanta, pero después soy Natalia. Y cuando no estoy filmando me gusta hacer cosas como cualquier persona, andar en bicicleta, ir a tomar un café con una amiga o al Jardín Japonés, conocer una librería nueva, hacer un viajecito sola.

-A fin de año cumplen 24 años de casados con Mollo. No sé si existen “claves” para que el amor perdure, pero ¿en qué etapa se encuentran hoy como pareja?

-No hay claves pero sí se trata de aceptar los cambios y volver a elegir a la otra persona, que en esencia es la misma pero que el tiempo hace que uno tenga búsquedas diferentes. Nunca busqué a una persona como yo, pero al mismo tiempo sí que tuviéramos gustos similares. Me parece que tiene que ver con ser compañeros, que la felicidad del otro sea la tuya, tener un hijo en común. Proyectos, querer compartir algo, y si eso no está, no está mal tampoco. La gente se toma las cosas muy determinantes, y creo que es mientras quieras. Mañana, por ahí me levanto y digo “no quiero actuar más y quiero ser pastelera”. Por ahí es un poco extremo el ejemplo, pero es pensar: “¿Sigo eligiendo las mismas cosas?, ¿Estas cosas me siguen haciendo feliz?”. Y así te vas reencontrando, repreguntando y eligiendo a vos misma y, en consecuencia, a tu entorno.

Fuente: Florencia Falcone, La Nación