El escritor francés, que transformó radicalmente la poesía con «Las flores del mal», preservó hasta el final el derecho a ser contradictorio. Políticamente reaccionario, en su obra se atrevió a explorar lo profundo y lo inhóspito.
Su verdadero nombre es Robert Zimmerman. Dijo que la elección de su famoso alias artístico fue por miedo al antisemitismo existente en la época y relativizó que haya sido a modo de homenaje al escritor Dylan Thomas, como siempre se creyó.