De estar abarrotado en dos cuartos del Decorativo pasa a ocupar mil metros cuadrados con moderna museología en el Centro Cultural Borges; abre hoy
Picasso la inmortalizó en sus pinturas. Y, de paso, la caricaturizó, ya que en lugar de ser reconocida como una artista por derecho propio, Dora Maar, una de las fotógrafas más representativas del surrealismo, y musa y amante del pintor durante nueve años, se convirtió, para muchos, en la modelo desdichada de retratos como La mujer que llora, especie de lamento del famoso artista frente a los estragos de la Guerra Civil Española.