“Hay petróleo en Groenlandia”, le dice Birgitte Nyborg, desconcertada, a un asesor mientras lee un mensaje del secretario de Recursos Naturales de esa isla. “Felicitaciones”, le responde el joven e inexperimentado funcionario, quien ante la expresión perturbada de su jefa recalcula: “Bueno… ¿estamos contentos?”. “No, podría ser un gran problema”, reacciona la exprimera ministra y ahora ministra de Relaciones Exteriores de Dinamarca. Después, una tensa conversación con el ministro groenlandés confirma sus temores.