Es el “padre” de Nippur de Lagash, fue más leído que nadie y hasta elogiado por Umberto Eco. Hoy sufre un mal neurológico que le impide leer y escribir.
Un dispositivo que “imagina” rostros en tiempo real. La máquina va creando nuevos retratos basados en fotografías de pinturas históricas, que cambian y desaparecen frente al espectador, en una sucesión infinita.