Matilda, el musical

Comentario de Amadeo Lukas, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Puesta en escena y dirección general: Ariel Del Mastro.

Elenco: Catalina Picone, Agustin Soy Rada Aristarán, Laurita Fernández, José María Listorti, Fernanda Metilli.  

Un formidable y entretenido musical, no desprovisto de oportunos apuntes acerca de los vínculos familiares y los conflictos escolares y de la infancia ofrece Matilda, un gran espectáculo que se está ofreciendo en el teatro 𝗚𝗿𝗮𝗻 𝗥𝗲𝘅. Ya en sus últimos días de funciones, esta puesta en escena dotada de un imponente despliegue de producción, deja entrever en su trama los sinsabores de la vida de una niña de una precoz inteligencia y creatividad, que a causa de ello no es bien considerada ni mucho menos bien tratada por sus padres.

Ella no sólo posee unas dotes singulares para leer a la perfección antes que sus compañeros y tener una predilección especial por la lectura de numerosos libros, sino que además es capaz de crear y desarrollar fantásticas historias, que fascinan especialmente a la bibliotecaria de su escuela, que se maravilla y apasiona con su inventiva. Pero también Matilda tiene otras capacidades psíquicas, unos dones que escapan a lo normal y podrían entrar en terrenos metafísicos. En el colegio al que la envían, que presenta diversos y alevosos desaciertos educativos, ella tiene experiencias antagónicas con dos mujeres claramente opuestas en su forma de ser y en su actitud frente a la vida: la Sra. Tronchatoro y la Señorita Honey. La primera es la despiadada y aterradora rectora del establecimiento y la segunda es su maestra, que con su apellido ya deja todo dicho. Ella ayudará a la protagonista a que potencie sus habilidades intelectuales y sobrenaturales, pero también a través de ese vínculo le proporcionará la atención y el afecto que estaba necesitando, aislada e incomprendida en su núcleo familiar.

Este nudo argumental se ve realzado a través de excelentes números musicales que se intercalan apropiadamente en la trama, en los que  irán teniendo relevancia tanto la niña que lleva adelante el espectáculo, como otros personajes que surgen en distintos momentos. Por otra parte, uno de los fascinantes relatos que ella lleva adelante forma parte de esos pasajes cantados, una historia de amor y desafío en la que están involucrados acróbatas y escapistas, y que dará lugar a escenas de espíritu circense, de gran despliegue artístico y visual.

Adaptación musical de la novela de Roald Dahl, la obra no está relacionada con la película dirigida y actuada por Dany DeVito, y tiene su propia formulación. Uno de sus puntos fuertes de la puesta es la escenografía, que ofrece y abarca diferentes espacios, con un emplazado fijo que enmarca el escenario, con letras de distintas fuentes y tamaños que se van encendiendo y apagando. Y presenta un elenco de primer nivel, en el que se hay que nombrar en primer término a la Matilda de Catalina Picone, por su desenvoltura y capacidad para el canto y la actuación, teniendo en cuenta su corta edad. Y lo propio se puede decir de todo el plantel de niñas y niños que representan a sus compañeros. Y entre los adultos se destaca especialmente Agustin Soy Rada Aristarán con su caracterización de la rectora, una suerte de jefa de la Gestapo llevada la conducción de una escuela infantil, estupenda performance que alcanza momentos desopilantes.

Luego, José María Listorti aporta lo suyo con ese desamorado y a la vez patético y gracioso Sr. Wormwood, junto a una Laurita Fernández ideal para su rol, convincente también en el canto y su desempeño escénico. En el baile y la actuación también hay que mencionar a Fernanda Metilli, con una lograda escena con su amante bailarín.

En suma, un gran trabajo del especialista Ariel Del Mastro en la puesta y la dirección general, comandando de la mejor forma el andamiaje de una ambiciosa producción escénica.

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Amadeo Lukas – Periodista de espectáculos y crítico de cine. Miembro de APTRA, Asociación de Cronistas Cinematográficos y Premios Gardel. Cancionista.