Diez restaurantes de campo para escaparse de la ciudad

Se acercan las vacaciones de invierno y un plan que gana adeptos es el de salir de Buenos Aires por un día para cambiar de aire y comer rico. El momento de pensar hacia dónde rumbear ya es parte del entusiasmo del viaje.

Hay que desplegar el mapa y elegir una dirección: norte -con el eje ruta 9-, oeste -con sus diferentes arterias- y sur -cuya principal vía de comunicación es la autovía 2-. Eso sí: hay que chequear el clima porque, a poco de bajar de las rutas, muchos establecimientos no tienen camino consolidado, de manera que el almuerzo depende de que no haya llovido. En sus buenos tiempos fueron epicentros de la vida social.

En los almacenes de ramos generales se compraba todo: desde una aguja hasta un apero, cereales o un traje de fiesta. Están en parajes de 8 cuadras por 4 que los fines de semana reviven gracias a aquellos que buscan una experiencia distinta. Se ubican en pueblitos que perdieron todo cuando dejó de pasar el tren, pero que resurgieron gracias a la gastronomía y el turismo rural. Por lo general no hay turnos, ni apuro. Los que llegan tienen la mesa todo el día. Los dueños los conocen por el nombre. Que vuelvan, y hagan 100 o 200 kilómetros para comer casero, es el mejor elogio. Aquí, una decena seleccionada en distintas direcciones y a diversas distancias desde CABA.

DÓNDE ENCONTRARLOS

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REGIÓN NORTE

El Paraíso

Restaurante y bodegón que funciona en un viejo almacén de ramos generales en un paraje que lleva ese nombre, camino a San Pedro.

EL PARAÍSO, RAMALLO

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La estación de tren de El Paraíso está abandonada tal como estuvo este boliche, perteneciente a la familia Di Bucci, durante más de 30 años. Fue creado por el abuelo de Federico Di Bucci y hubo que esperar a que él decidiera que quería criar a sus hijos en la zona para que volviera a abrir, en enero de 2022. La construcción no es de ladrillo a la vista sino de chapa. La cocina está a cargo de su socio, Leandro Acosta. Combina la parrilla a la estaca –con la carne adobada con un toque secreto– con algunas propuestas que salen del horno de barro. Las porciones son abundantes. La soda merece mención aparte porque se sirve en los pequeños viejos sifones de vidrio de una fábrica de la zona que estaba olvidada. A Federico y a Leandro no les gusta echar gente, de manera que hay solo un turno para quedarse y disfrutar hasta después de la medianoche, si la velada amerita. *Jueves, noche (paella). Viernes, noche (pizza libre al horno de barro). Sábado, mediodía y noche. Domingo, mediodía.

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El Paraíso

Entre Casa

Un restaurante de esmerada cocina de mercado en una casona antigua donde reciben dos experimentadas profesionales, madre e hija.

SAN ANDRÉS DE GILES

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Teresita Civerra y su hija Florencia García ya tienen experiencia cocinando juntas. Primero lo hicieron en La Cacerola en San Isidro, en los años 90, y luego, ya en Giles, en Lo de Tere, entre 2002 y 2010. Aquí, en Entre Casa Espacio Rural, la propuesta es 100% casera, pero va mucho más allá del tradicional binomio de pastas y asado. De sus fogones pueden salir tanto baos, langostinos con quinoa, rolls thai o sushi como panzottis de lomo con hongos de pino u otros platos de la cocina mediterránea. El menú cambia semana a semana, según lo que provea la huerta o se consiga en el mercado. Suelen ofrecer tres entradas, tres platos y tres postres a elección. Las cantidades se preparan de acuerdo a las reservas, por lo que es indispensable garantizarse una mesa. Los frutales del jardín proveen los limones para fresquísimas limonadas. *Viernes por la noche. Sábado y domingo, mediodía y noche.

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Entre Casa

El Almacén CT & Cía

Diez hermanos comandan el restaurante que funciona donde antes hubo un poderoso almacén familiar de ramos generales.

AZCUÉNAGA

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Es una historia de ascenso, caída y resurrección del clan Coarasa Terrén. Primero fue Rafael Coarasa Terrén, que llegó al país desde España con 13 años para trabajar en el almacén que sus tíos comandaban en Azcuénaga desde 1878. El negocio creció hasta convertirse en un verdadero emporio, al ritmo de las cosechas y el tren que pasaba justo enfrente. Era un almacén de ramos generales, vigoroso y pujante, que además comercializaba granos y administraba campos. Pero como en muchos de estos casos, la migración del campo a la ciudad, la tecnificación y la repentina muerte del tren, hicieron añicos el negocio, que quebró en 1969. Los Coarasa Terrén fueron testigos del lento desguace del sueño de sus antepasados. Hasta que, a mediados de los 90, Enrique, un hijo de Rafael, pudo recomprar la propiedad y salvar parte del legado. En su lecho de muerte, el padre les hizo prometer a sus diez hijos (Enrique, Juan Manuel, Mariana, Carolina, Santiago, Nicolás, Eugenia, Lucas, Agustín y Gustavo) que jamás volverían a desprenderse de la bella esquina que, pocos años después, generó el renacer de Azcuénaga. *Sábado, mediodía y noche. Domingo y feriados, mediodía. En verano (marzo incluido), también los viernes por la noche.

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El Almacén CT & Cía

REGIÓN OESTE

La Protegida

En un vértice significativo de esta localidad confluyen la importancia de un viejo almacén y la de una pasión por las antigüedades.

NAVARRO

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Este lugar logró vincular dos historias en apariencia inconexas: una esquina que a fines del siglo XIX funcionó como posta de diligencias y que luego se convirtió en el almacén de un inmigrante sirio libanés, y la pasión de Raúl Lombert por coleccionar antigüedades. El hilo conductor se ató cuando Raúl se encontró frente a la posibilidad de reabrir el viejo almacén que el “turco” Emilio Mustafá había cerrado en la década del 70. Hoy, además de pulpería, es un museo de objetos propios del cotidiano vivir que Raúl fue recolectando durante cuatro décadas y exhibe con encanto, manteniendo a raya las telarañas y el polvo que suele cubrir los anaqueles de estos lugares. El espacio luce bella y respetuosamente decorado. Sirven empanadas, picadas y cazuelas, según la temporada. *Viernes, noche; sábado y domingo, desde el mediodía hasta la medianoche. Los sábados suele haber shows folklóricos.

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La Protegida

La Tacuara

En el partido de General Las Heras, frente a una antigua estación de tren, la antigua pulpería del paraje se conserva intacta desde principios del siglo XX.

LOZANO

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Gracias a las paredes de barro, no hay verano que pueda vencer el clima fresco que reina en este almacén de ramos generales del partido de General Las Heras. Data de 1907 y fue propiedad de la familia Rumi durante muchos años. En ella se crio Norberto Ceferino Arana, alias El Negro, oriundo de General Madariaga y está acá desde que tiene nueve años. El Negro es el actual anfitrión del restaurante, junto a Mónica Elizabeth Ramallo, su esposa cocinera, con la que tiene diez hijos, 20 nietos y un bisnieto. Los ayuda Sheila, una de las hijas. Todos viven en la propiedad. “Me gusta dar de comer”, asegura Mónica, que se luce con los sorrentinos y los canelones. “Todo con salsas sencillas”, aclara sobre los platos que salen con el sabor de lo que está hecho con dedicación. Si se encarga de antemano, hay parrilla, empanadas chorreantes y ´sangüichitos de mondiola´. “El viernes amaso para el sábado. No me gusta el freezer porque le saca el gusto a todo”, apunta la dueña de casa. *Sábados y domingos, de 10 de la mañana hasta la tardecita. Si llovió, hay que consultar el estado del camino.

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La Tacuara

La Casona de Angelito

Funciona en una vieja propiedad con galerías amplias que está sobre una ochava. Los ñoquis rellenos que aquí sirven son inolvidables.

LOBOS

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Ángel Leonardo Bustos es el dueño de este restaurante que tiene 20 años, tras sus más de cinco décadas como parrillero. Ya está consagrado después del tiempo transcurrido desde que esta historia empezó, cuando prendía brasas en el ACA de Necochea. En pleno oficio de sus habilidades, tuvo que cerrar con la crisis de fines de la década del 90. Y en vez de apichonarse, volvió a arrancar: fue mozo, hizo lo que tocara en la cocina y así salió adelante. En 2003, fortalecido, abrió el restaurante con techos altos que bautizó con su nombre, según el consejo de sus hijos. Ángel recibe a los comensales en un salón largo con corredor central y la tele prendida. Todo lo que prepara al asador sale mucho, especialmente el vacío. Se luce también con los ñoquis rellenos de jamón y queso y los tallarines. Desde la cocina, Marta Braque, su esposa, es una pieza fundamental del engranaje. Y Augusto, el hijo más chico de la pareja, también interviene. *Viernes y sábado, mediodía y noche; domingo, solo mediodía.

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La Casona de Angelito

REGIÓN SUR

El Rincón de Donatella

Es de mediados del siglo XIX y conserva pisos originales. Sirven platos de origen italiano, con los ñoquis verdes de ortiga como destacados.

MAGDALENA

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José Boffa tenía un snack bar en una estación de servicio y cada vez que pasaba por la esquina de la tapera, la miraba con intriga. Un día, un vecino le dijo que la dueña quería vender. Así fue cómo hace 30 años encaró la compra y puesta a punto de esta edificación de 1858, igual de antiquísima que la localidad. Tuvo que reinstalar agua, luz y gas y armó un restaurante de campo de itálico nombre en honor a su madre. Hoy lo regentea con su familia, atento a la clientela que se ganó haciendo del oficio un culto. Con el pechito de cerdo como estandarte, la parrilla es motivo de visita los fines de semana. Pero el fuerte son las pastas que aluden a la cuna de Donatella, oriunda de Benevento, de la región sureña de Campania. Dos especialidades fuera de cualquier lugar común conocido en estos pagos: los ravioles de ricota con borraja y los ñoquis verdes de ortiga. Todo se hace con cosechas de la zona. Sirven siempre una entrada que puede ser legumbres, escabeches o fiambres. Y tienen sándwiches para paradas rápidas de los que tienen que seguir su ruta. *Todos los días de 8 a 20.

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El Rincón de Donatella

Pulpería de Payró

Es de fines del siglo XIX, está frente a la estación de Roberto J. Payró, en el campo, a 10 km de la RP 36 y a 15 de la RP 11.

MAGDALENA

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Hace 17 años que la manejan Marcela Pantanetti y Pablo Chaumeil, que es de La Plata y siempre tuvo interés por este pueblito que recorría de niño cuando visitaba a tíos y abuelos. Por años vieron el cartel de venta, hasta que se decidieron y compraron la pulpería, de 1875, a Blanca Luz Raggio. Esta mujer, hija de un almacenero que la había llevado al éxito, la mantuvo cerrada. El histórico edificio había sido almacén y correo, además de epicentro gaucho. Sin fines gastronómicos, en el nuevo milenio la pulpería pasó a ser lugar de encuentro para los amigos de Marcela y Pablo. Sin embargo, cuando la gente quiso más, los dueños valoraron la conveniencia de armar un equipo de cocina. Desde entonces, sirven empanadas de carne que salen del horno de barro o fritas en grasa, y las variantes de quinua y caprese. La oferta contempla minutas, postres caseros y dos bebidas clásicas: vermut y cervezas. Si es de tarde, ofrecen pastelitos. No hay renovación de mesas, por eso la capacidad es limitada y hay que reservar. Abren solo si no llovió. *Sábado y domingo de 11.30 a 18.30.

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Pulpería de Payró

El Almacén

Sobre una esquina centenaria, toma forma de museo: está ambientado con objetos originales e invaluables de boliches históricos.

GRAL. BELGRANO

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Venido a menos durante años, este antiguo almacén –que también fue prostíbulo y escuela– pedía a gritos que alguien lo descubriera. Ocurrió en 2006, cuando Ricardo Buiraz (de profesión bioquímico, además de exintendente y coleccionista de antigüedades) lo compró y lo puso en valor. Había sido inaugurado en 1934 y estaba cerrado desde 1958. Buiraz quedó fascinado con la estructura vacía de esta esquina que ya no funcionaba. Devolverle el aspecto de viejo almacén de campo fue un trabajo de sumar los cientos de “cachivaches” que había juntado durante años. “Aquí nada es utilería, ni decorado”, apunta Buiraz, que lidera este restaurante-museo con Ariel Cabral, su yerno. Además de asado criollo, ofrecen variedad en cortes de carne y pastas a la carta. Y hay más: para aprovechar el patio, donde se exponen autos antiguos, abrieron una cervecería. *Viernes a la noche; sábado, mediodía y noche; domingo y feriados, mediodía.

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El Almacén

Cuatro Esquinas

Pintado de rosa, con aberturas verde agua, piso de ladrillos y mesitas a la sombra: así luce este sitio acogedor estratégicamente ubicado a 28 km de Tandil.

AZUCENA

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“Se vendía este lugar y vimos una oportunidad”, dice Romina Somi, acerca de los comienzos de este emprendimiento con el que logró poner en valor una propiedad que había albergado un almacén, ombligo del pueblo de Azucena. Al frente quedó el padre de Romina, Jorge, que continuó con la tradición almacenera mientras su hija y su marido, Fabián Bugna, se lanzaban a otro ambicioso plan: la elaboración de quesos de oveja. “En 2016, mi papá se tuvo que retirar y teníamos que decidir qué hacer”, cuenta Romina. La ecuación fue simple: turismo, gastronomía y producción local. “Ofrecemos la posibilidad de probar nuestros quesos, hacemos visitas guiadas y la gente puede conocer la cadena productiva y degustar”, explica. Hoy, la marca 4 Esquinas elabora quesos de oveja y también de cabra, ricota, queso feta, yogur griego, dulce de leche, helado y jabón de tocador. Hasta el almacén, atendido por Julieta, la hija del matrimonio, llegan habitués y curiosos que deambulan por la RP 74. De lunes a viernes ofrecen picadas bien cargadas y los fines de semana amplían el menú con platos más elaborados y carnes. *Martes, miércoles y jueves, 10 a 15. Viernes y sábado, 10 a 19 y domingo, 10 a 17

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Cuatro Esquinas
  • EDICIÓN PERIODÍSTICACintia Colangelo
  • EDICIÓN FOTOGRÁFICAMariana Eliano
  • EDICIÓN VISUALJulián Fernández
  • EDICIÓN DE ARTECecilia Picco
  • FOTÓGRAFOSRodrigo Ruiz CianciaXavier MartínPaula TellerGuillermo LlamosEstrella HerreraDeby SzmuchMariana Eliano

Fuente: La Nación