Realismo mágico, apropiaciones culturales y una partitura de Tchaikovsky que ha sido reacomodada cientos de veces. El Ballet Cascanueces “es una obra en curso, siempre inacabada”, reflexionaba el crítico de danza Alistair Macaulay.
En el diseño original de Marius Petipa había juguetes provenientes de regiones lejanas, como España, Rusia y China. Y así fue como se puso en escena una mirada reduccionista de la cultura china, que pintaba de amarillo las caras y alargaba los bigotes. Gracias a la globalización de los artistas del ballet, muchas compañías del mundo que tienen intérpretes con ascendencia asiática comenzaron la deconstrucción del estereotipo junto a la Organización Final Bow for the Yellow Face (Despidamos a las caras pintadas de amarillo) que comparte nuevos recursos coreográficos, históricos y de vestuario, para ese fragmento de la danza china.
También desde un cuestionamiento a la falta de diversidad cultural, pero como una discriminación positiva, en el año 2008, la corógrafa Debbie Allen creó su versión, Hot Chocolate Nutcracker para favorecer el protagonismo de las bailarinas afrodescendientes. Y esa experiencia se volvió un documental en Netflix sobre su montaje navideño.
¿Es acaso ineludible bailarlo cerca de la navidad? Si bien fue estrenado en diciembre de 1892 y el árbol decorado es un personaje con música propia, por supuesto no es obligatoria. El lago de los cisnes no se baila solamente en la temporada migratoria de las aves. Las llamas se París no se pone en escena solamente el 14 de julio. Y aunque la estacionalidad de los espectáculos para infancias en Buenos Aires rondan las vacaciones de invierno, desde 1991 que el Centro Cultural Konex viene creando versiones adaptadas de los grandes clásicos para la familia, en su Ciclo Vamos a la Música, que se repite en distintas épocas del año.
Esta reposición de El Cascanueces de Emanuel Abruzzo y Juan Lavanga incluye mapping y personajes animados en 3D, pasillos abiertos para el desfile de los personajes y de los incipientes paso de los deambuladores de la platea. Peluches gigantes, orgánicas danzas folklóricas y múltiples puntos de atención en simultáneo favorecen la captura de las miradas para los nuevos públicos, que agradecen la narración que lleva el hilo y los pasos de hip hop.
Como siempre el programa de mano trae un espacio en blanco especialmente reservado para la recolección de autógrafos de los intérpretes, que este año incluye un artista de Foley en vivo, agregando instrumentos y efectos sonoros a la banda de sonido de Tchaikovsky.
Una linda oportunidad para disfrutar 95 minutos en familia.
Para agendar
El Cascanueces, versión adaptada para chicos, en la Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131. Domingos, a las 11. En vacaciones de invierno, viernes y sábados hasta el 2 de agosto. Entradas desde $15000.
Fuente:Laura Chertkoff, La Nación