Está en marcha el 18° Festival Internacional de Cine Judío en la Argentina

El programa de esta edición está compuesto por diez títulos que abordan de forma central o tangencial temáticas vinculadas con la identidad judía. Entre ellas hay producciones procedentes de Alemania, Austria, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Israel, Luxemburgo, Países Bajos y el Reino Unido.

Como cada año, se realiza el Festival Internacional de Cine Judío en la Argentina, FICJA, que tiene lugar del 14 al 20 de marzo en su habitual sede del complejo Cinemark Palermo, en la esquina de Bulnes y Beruti, en el barrio de Palermo. El programa de esta edición está compuesto por diez títulos que abordan de forma central o tangencial temáticas vinculadas a la identidad judía. Entre ellas hay producciones procedentes de Alemania, Austria, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Israel, Luxemburgo, Países Bajos y el Reino Unido.

Dentro de los títulos programados pueden reconocerse tres grandes ejes temáticos. El primero y más notorio reúne cuatro historias ambientadas en torno de la Segunda Guerra Mundial, acontecimiento que marcó de manera trágica la historia del pueblo judío. Una de ellas es El último Vermeer (2019), ópera prima de Dan Friedkin, recién nominado como productor al Oscar a Mejor Película por Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese. En su debut como director, Friedkin cuenta la historia real de Joseph Piller, militar holandés que durante la ocupación nazi formó parte de la resistencia, a quién tras el final del conflicto le encargan restituir a sus dueños las obras de arte robadas y vendidas a jerarcas del Reich. La tarea incluye investigar a Han van Meegeren, un aristócrata acusado de haber colaborado con el enemigo y traficar con ellos tesoros del arte holandés. Mezcla de películas de juicios, film noir y relato de guerra, El último Vermeer es una historia de resiliencia y amor por la verdad.

También inspirada en hechos reales, Tres mujeres (2022) acompaña el recorrido de tres desconocidas que, tras escapar de un tren cargado con prisioneros judío, abandonado por los nazis sobre el final de la guerra, deben aprender a confiar entre ellas para sobrevivir en tiempos donde todos pueden ser el enemigo. Dirigido por Saskia Diesing, el film retrata la desesperación de quienes buscan regresar a un momento y un espacio que quizás ya no tienen lugar en el mundo. Pero también es una película en la que la venganza juega un rol importante: no es la única dentro de la programación que se mueve sobre ese territorio pantanoso.

Plan A (2021) también narra una historia de revancha ambientada en 1945. Acá también es un grupo de sobrevivientes del Holocausto el que urde el plan del título, en busca de castigar a sus victimarios con en el bíblico ojo por ojo como bandera. Provocadora y tensa, la cuarta película de los hermanos Doron y Yoav Paz se mueve al ritmo del thriller. Pero también se permite cuestionar conceptos como la justicia por mano propia o la idea que el dolor ajeno puede aliviar el propio.

La última de las películas ambientadas en la Segunda Guerra que podrá verse este año en el FICJA es Los chicos de Windermere (2020), construida sobre pilares opuestos a la venganza o a el odio. En este caso, se trata de un grupo de niños huérfanos rescatados de campos de concentración, quienes tras el triunfo aliado son llevados al pueblo del título, en la campiña británica, para brindarles cuidados humanitarios. También basada en hechos reales y dirigida por el británico Michael Samuels, la película gira en torno al amor como herramienta frente al horror.

Otro de los ejes que atraviesan esta edición del Festival es el de los vínculos personales, en el que se incluyen los últimos trabajos de artistas reconocidos, como el cineasta francés François Ozon y el actor y director estadounidense Billy Crystal. De este último se proyectará Aquí, hoy (2021), película escrita, dirigida y protagonizada por el propio Crystal, en la que el comediante interpreta a un actor cuya vida cambia cuando conoce a una cantante callejera bastante más joven. Gran exponente del humor judío neoyorquino, Crystal vuelve a probar su gracia en un relato que no teme reírse incluso en los momentos dolorosos y donde el amor es abordado sin etiquetas.

Todo ha ido bien no es la última película de Ozon, uno de los cineastas más prolíficos del mundo. Estrenada en el festival de Cannes 2021, en ella sigue a dos hermanas a quienes su padre, ya mayor, les pide que lo acompañen en una decisión que los afectará emocionalmente a los tres. Como es habitual en los trabajos del francés, Todo ha ido bien vuelve a girar sobre una cuestión polémica que genera numerosos debates en todo el mundo. Ozón no solo no evita la polémica, sino que elige cuál es su lado de la mecha y lleva su decisión hasta las últimas consecuencias, tanto en lo ético como en lo cinematográfico.

Todo ha ido bien, de François Ozon

También sobre el vínculo entre padres e hijos se desarrolla Cordones (2018), del israelí Jacob Goldwasser, donde retrata la difícil relación que Reuben intenta establecer con su hijo Gadi, un hombre con una discapacidad al que abandonó hace 30 años, cuando el chico tenía apenas 5 años. Narrada casi como si se tratara de una buddy movieCordones es claramente un drama, pero su director tuvo el buen tino de contarla como si se tratara de una comedia, convirtiendo un relato que podría haber sido triste y oscuro en uno luminoso y feliz.

A las últimas tres películas las une una característica común: están basadas sobre personajes reales. Dicho elemento es obvio en la coproducción austroalemana Habanos para Freud (2018), en la que el inolvidable Bruno Ganz interpreta al padre del psicoanálisis. Se trata de una asordinada comedia romántica en la que un joven que trabaja como aprendiz en una tabacalera en Viena, a fines de la década de 1930, entabla una amistad con el ya viejo Sigmund, a quien le pide consejos para enamorar a una joven. Con algo del tono de la recordada El cartero, la película dirigida por el austríaco Nikolaus Leytner también incluye el toque ominoso del ascenso del nazismo.

Habanos para Freud, con Bruno Ganz

En Lansky (2021) el gran Harvey Keitel interpreta a Meyer Lansky, un poderoso mafioso estadounidense de origen judío, quien creó un imperio criminal entre las décadas de 1930 y 1960, pero que en su vejez decidió contarle su vida a un escritor. Dirigida por Eytan Rockaway, Lansky pone en escena los relatos del pasado a partir de los recursos de las películas sobre la mafia, mientras que en paralelo se desarrolla el presente, que adopta la estética de los filmes de intriga de los años ‘70. Con un enorme trabajo de Kaitel, Lansky no defrauda.

La última película que podrá verse en el festival es la israelí Savoy (2022), ambientada durante la toma de rehenes realizada en 1975 por la OLP (Organización para la Liberación Palestina), en el hotel del título, en la ciudad de Tel Aviv. La película, que utiliza metraje documental de la época intercalado dentro del relato de ficción, tiene como protagonista a una de las rehenes, quien de forma inesperada asume un papel heroico durante los acontecimientos.

Programación y horarios en www.ficja.com.ar

Fuente: Página 12