Una guía de bares secretos para salidas íntimas y lejos de las miradas de los curiosos

Los hidden bars y speakeasy volvieron a ganar protagonismo en la noche porteña, escondidos entre puertas falsas y contraseñas, atmósferas nostálgicas y coctelería de autor

La noche porteña guarda secretos. En los últimos años, una tendencia creció hasta convertirse en un ritual obligado a la hora de buscar experiencias alternativas a la clásica barra. Son los bares ocultos también conocidos como speakeasy y hidden bars. Esos espacios escondidos detrás de puertas anónimas o fachadas que simulan otro negocio mezclan misterio, coctelería de autor y atmósferas íntimas.

Desde Palermo hasta V, los bares secretos de Buenos Aires reinventaron la forma de salir a tomar algo y ofrecen una propuesta que combina historia, diseño y el placer de lo -al menos un poco- clandestino. El desafío es atravesar una entrada camuflada, descubrir tragos únicos y sentirse parte de un club exclusivo.

Este tipo de propuesta surgió en ciudades como Nueva York, Londres, Tokio y Barcelona, y en los últimos años se consolidó como una tendencia que combina misterio, diseño y calidad.

¿Querés saber cómo son exactamente los bares speakeasy en Buenos Aires y por qué volvieron a ser protagonistas de la noche porteña?

Mixtape Shimada mezcla cocina japonesa y argentina, en un ambiente de música y tragos.
Mixtape Shimada mezcla cocina japonesa y argentina, en un ambiente de música y tragos.Gentileza

Qué son los bares speakeasy y por qué conquistaron Buenos Aires

Para refinar los conceptos, podemos diferenciar entre bares ocultos y speakeasies. Un hidden bar es aquel que no da señales evidentes de su existencia: puede funcionar dentro de una casona antigua, detrás de un portón o en una entrada anodina. Nada indica que ahí hay un bar, pero quienes lo conocen saben que solo hay que tocar y entrar.

En cambio, el speakeasy parte de una idea más elaborada: se esconde dentro de otro local en funcionamiento, que no tiene relación alguna con el bar, como una peluquería, una heladería o una florería. La referencia histórica proviene de la Ley Seca en Estados Unidos (1920-1933), cuando se les pedía a los clientes que hablaran en voz baja —“speak easy”— para no alertar a la policía mientras se servían bebidas prohibidas. Hoy, esa estética clandestina se convirtió en un código de estilo que seduce a quienes buscan experiencias fuera del circuito tradicional.

Hoy, Buenos Aires retoma esa esencia con bares ocultos que proponen más que una salida: una experiencia intensa donde la sorpresa, el diseño y la coctelería se combinan para ofrecer una propuesta destinada a quienes buscan algo diferente, que no es clandestino porque ya no existe la prohibición de tomar alcohol -salvo a menores de edad- sino de exclusividad.

Sobre la terraza del restaurante

En el barrio de Belgrano, sobre la terraza del restaurante Haiku y sin acceso directo desde la calle, se esconde Mixtape Shimada, un reducto que fusiona las tradiciones culinarias japonesas con las costumbres nocturnas de los porteños. Es un bar kissa, como se llama en Japón a los ambientes íntimos donde se prioriza la escucha de música, especialmente jazz, en vinilo y con equipos de alta fidelidad.

En Mixtape Shimada todo gira en torno al sonido y la coctelería
En Mixtape Shimada todo gira en torno al sonido y la cocteleríaGentileza

El lugar está diseñado como un estudio de grabación y disquería, decorado con detalles bien musicales: parlantes de alta fidelidad, cabina de DJ, revestimientos de madera perforada e iluminación cálida. Cuenta con distintos espacios: barra principal, living con sillones de cuero, mesas altas y bajas, terraza a cielo abierto y una barra omakase para ocho comensales. La musicalización ambiental —en vinilos, CD y listas curadas— varía cada noche entre géneros como jazz, blues o rock. Mixtape Shimada tiene pocos cupos para disfrutar de su barra omakase, por eso solo se puede acceder con reserva previa.

Detrás del proyecto están Quique Yafuso, empresario con experiencia en restaurantes japoneses, y Cabito Massa Alcántara, comediante y socio en emprendimientos gastronómicos. Junto a Pignatta, armaron lo que dicen ser el primer bar estilo kissa de Buenos Aires.

El jazz y el omakase convocan en Misxtape Shimada
El jazz y el omakase convocan en Misxtape ShimadaGentileza

¿Qué comer? El omakase comandado por el maestro Takeshi Shimada es un tapeo con sello argentino y toques japoneses. Algunos destacados son: panceta laqueada con ensalada de porotos y chips de batata; morcilla a la chapa con shari y aliño de manzana verde; bao de cornalitos con lactonesa de wasabi. En el menú dulce, se reversionan clásicos como el vigilante y las frutillas con crema. La experiencia omakase incluye 16 pasos de sushi y cocina japonesa con ingredientes premium como wagyu, ostras y pescado blanco.

¿Qué beber? Cócteles de autor del bartender Pablo Pignatta. Algunas de sus creaciones más elegidas son Apple Martini (vodka, cordial de manzana Granny Smith y sauco), Clover Club (gin rosado, frambuesas y lima) y Le Vieux Carré (bourbon, cognac, vermut rojo, bitter y miel especiada).

¿Dónde? Franklin D. Roosevelt 1806, Belgrano.

Para una tertulia literaria en Villa Luro

The Book es un bar de inspiración literaria.
The Book es un bar de inspiración literaria.Gentileza

En Villa Luro, uno de los barrios residenciales del oeste porteño se oculta detrás de un telón en el primer piso de un bodegón tradicional, un espacio que se contrapone a la lógica del lugar. Es The Book, un refugio para soñadores de inspiración literaria al que solo se ingresa con una clave secreta.

De estética vintage e inspiración literaria, remite al universo de La sociedad de los poetas muertos. El salón, de solo 32 metros cuadrados, está decorado con libros antiguos, máquinas de escribir, cámaras polaroid y objetos que evocan otras épocas. Las luces tenues, la cristalería elegante y el mobiliario en madera completan una atmósfera íntima y cálida, ideal para la conversación.

¿Qué comer? La propuesta gastronómica acompaña con platos diseñados para compartir o cenar de forma relajada. Entre las opciones se destacan las croquetas de molleja ahumada con salsa huancaína, el kebab de carne con yogur especiado, los medallones de lomo con trufa, flor de cebolla y papines, y para el cierre, un tiramisú de pistacho o una espuma de coco con frutos rojos y chocolate amargo.

Picada y cóctel en The Book
Picada y cóctel en The BookGentileza

¿Qué beber? La carta de cócteles de autor, diseñada por Caro Fortuna y ejecutada por Thomas Devich, rinde homenaje a grandes figuras de la literatura, el pensamiento, la música, el arte y la moda. Cada trago tiene un nombre propio y un relato que lo inspira: el Julio Cortázar combina bourbon, café y bitter; el Coco Chanel está hecho a base de ron, coco, piña y té; el Facundo Cabral, con whisky, licor de yatay, damasco y burbujas; el León Tolstói mezcla vodka, higo, té de frambuesa y diente de león; y el María Montessori llega a la mesa con los ingredientes por separado para que el comensal termine de prepararlo con vermut, miel, cítricos y espumante.

Un Old Fashiones entre libros en The Book
Un Old Fashiones entre libros en The BookGentileza

También hay reinterpretaciones de clásicos, como un Negroni con yogur y frutilla, un Old Fashioned con banana y nueces, y un Manhattan con ron y cassis. Se ofrecen versiones sin alcohol, siempre servidas en cristalería distintiva, pensadas para sostener la estética del bar y reforzar la experiencia sensorial.

Tragos con nombres de escritores en The Book
Tragos con nombres de escritores en The BookGentileza

¿Dónde? Avenida Rivadavia, Villa Luro. La ubicación exacta se revelan al confirmar reserva y los horarios se consultan en la misma app: wokiapp.com/reservas/the-book.

Con el glamour de los trenes antiguos

Para acceder al salón, ambientado como un vagón del Orient Express hay que hacer un recorrido secreto
Para acceder al salón, ambientado como un vagón del Orient Express hay que hacer un recorrido secretoGentileza

En Palermo Hollywood, detrás de un cartel pequeño que apenas se distingue a la entrada de un portón similar al de una estación ferroviaria, se encuentra un vagón de estilo inglés. Al cruzarlo, se accede a J.W. Bradley, un bar inspirado en la época de la creación de los ferrocarriles en Gran Bretaña.

Una recepcionista, lookeada como la maquinista del tren, recibe y guia a los comensales a un breve recorrido por los vagones hasta arribar a un salón escondido, donde comienza la velada. Inspirado en el legendario Orient Express, el ambiente recrea la atmósfera de ese tren fusionada con una decoración moderna. Allí se puede cenar o tomar unos tragos. La coctelería de autor es el alma de la experiencia, aunque la gastronomía también ofrece propuestas delicadas.

¿Qué comer? La propuesta gastronómica del bar acompaña con platos pensados para realzar la experiencia sensorial de cada visita, combinando sabores intensos, presentaciones atractivas y contrastes que maridan con la coctelería de autor. Para entrada o tapeo es muy recomendble el Sweetbread, una porción de mollejas servidas con salsa criolla de mango, chimichurri y limón asado, que equilibra lo crocante y lo cítrico con notas dulces y especiadas; como plato principal, el Milan Risotto, un cremoso risotto de hongos y cebolla con queso parmesano y manteca, ideal para paladares que buscan profundidad y textura; y de postre, el Triffle, que combina crema y dulce de leche, polvo de Oreo, frutillas frescas y ganache de chocolate, perfecto para cerrar la noche con un toque goloso y sofisticado.

¿Qué beber? La carta de tragos, a cargo de Martín Suaya, está inspirada en la novela Asesinato en el Orient Express de Agatha Christie; cada cóctel remite a personajes, escenas y misterios del icónico relato, mientras que la propuesta gastronómica acompaña con una selección cuidadosamente pensada para maridar con la experiencia del bar, ofreciendo sabores y aromas que potencian el universo Bradley.

Entre las creaciones destacadas se encuentra el Working Class Ticket, inspirado en aquellos momentos en los que los caballeros fumaban en el último vagón mientras, a lo lejos, se oía una fiesta en el frente del tren, donde los trabajadores —la clase obrera— chocaban vasos de alpaca y celebraban el final de una jornada con una refrescante mezcla de hierbas y ginebra, un elixir oculto entre paredes de metal para cerrar un día de logros, preparado con gin, tintura de hierbas serranas, cordial de lima y gotas de fernet.

J. W. Bradley, un viaje en tren
J. W. Bradley, un viaje en trenGentileza

También el VI King, que evoca la historia de un magnate sueco que recorría Europa seduciendo mujeres al asegurar que era descendiente de Odín, hasta que una de ellas, al descubrir el engaño, lo asesinó en su casa de verano y huyó en tren, buscando consuelo en una mezcla potente de whisky —whisky escocés, almíbar de madera de nogal, perfume de mandarina, bitter de cacao y ahumado casero—; y el Lido de Venecia, inspirado en una de las playas más elegantes del norte de Italia, donde un viajero sudamericano descendió durante una parada del Expreso de Oriente y llevó consigo el sabor del Caribe, un sabor que pronto conquistaría costas de todo el mundo, con una mezcla vibrante de ron dorado, Malibu, jugo natural de ananá, cordial de maracuyá y helado de frutos rojos.

¿Dónde? Godoy Cruz 1875, Palermo.

Fuente: Daniela Chueke Perles, La Nación