En sus Memorias, el general unitario José María Paz se quejaba de Martín Miguel de Güemes, el jefe de los Infernales: “Poseía la elocuencia peculiar que arrastra a las masas de nuestro país. Principió por identificarse con los gauchos. Desde entonces empleó el bien conocido arbitrio de otros caudillos de indisponer a la plebe contra la clase más elevada de la sociedad (…) sin embargo este orador tenía para los gauchos tal unción en sus palabras y una elocuencia tan persuasiva, que hubieran ido en derechura a hacerse matar para probarle su convencimiento y su adhesión”.
Güemes se hacía entender, tanto por la “clase ínfima”, o sea la máxima al menos numéricamente, que lo llamó “el Padre de los Pobres”, como por la “más elevada de la sociedad” que comenzó a odiarlo con la prolijidad y la perseverancia con que odian los “más elevados”.
Cabalgata en homenaje al héroe gaucho salteño, general Martín Miguel de Güemes. / Archivo
José María Paz admitía: “Era adorado por sus gauchos, que no veían en su ídolo sino al representante de la ínfima clase, al protector y al padre de los pobres, como lo llamaban, y también, al patriota sincero y decidido por la independencia porque lo era en alto grado. El despreció las ofertas de los generales realistas, hizo una guerra porfiada y al fin, tuvo la gloria de morir por la causa de su elección, que era la de la América entera”.
Bartolomé Mitre, siguiendo a Paz, alertaba sobre Güemes: “Aunque educado y perteneciente a una clase notable de Salta, Martín Güemes manifestó siempre una tendencia a halagar las pasiones de las multitudes para conquistarse su afecto y dividirlas de las clases cultas de la sociedad, haciendo de ellas el pedestal de su elevación”.
El pueblo de Salta le rindió al jefe de los Infernales el mejor homenaje: a los diez días de su muerte, al mando del coronel Vidt, pudo recuperar la ciudad de Salta de manos de los realistas y expulsarlos definitivamente del Norte argentino.
En cambio, Manuel Belgrano, como San Martín, valoraban claramente la acción de Güemes y así les retribuía esa confianza el caudillo norteño: “Hace Ud. muy bien en reírse de los doctores; sus vocinglerías se las lleva el viento. Mis afanes y desvelos no tienen más objeto que el bien general y en esta inteligencia no hago caso de todos esos malvados que tratan de dividirnos. Así pues, trabajemos con empeño y tesón, que si las generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas”.
El 17 de junio de 1821 los pobres de Salta y sus alrededores se quedaron sin padre. Moría Martín Miguel de Güemes tras varios días de agonía. El pueblo que lo había acompañado en las buenas y en las malas, concurrió en masa a su entierro en la Capilla de Chamical.
Conmemoración en Salta de un aniversario de la muerte del héroe gaucho Martín Miguel de Güemes. / Archivo
Así lo recuerda Juana Manuela Gorriti: “Todavía recuerdo el magnífico espectáculo de aquel cortejo fúnebre que vi atravesar las calles de Salta, conducido por mi padre y por Vidt, que vestidos de luto y la cabeza descubierta, llevaban con una mano las cintas de un ataúd, y con la otra a dos niños, Martín y Luis Güemes, que acompañaban llorando el féretro de su padre […]. Después venía una inmensa muchedumbre para tributar al grande hombre su ofrenda de lágrimas y plegarias”.
La Gaceta de Buenos Aires, muy lejos de los ideales de su fundador informaba feliz: “Murió el abominable Güemes. ¡Ya tenemos un cacique menos!”.
El pueblo de Salta le rindió al jefe de los infernales el mejor homenaje, el que él pidió. A los diez días de su muerte, al mando del coronel Vidt, pudo recuperar la ciudad de Salta de manos de los realistas y expulsarlos definitivamente del Norte argentino.
Citas: 1. José María Paz, Memorias, Bs As, Empecé, 2003. 2. Ibídem. 3. Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, Bs As, Félix Lajouane, 1887. 4. Juana Manuela Gorriti, Recuerdo de la infancia, Salta, Imprenta de Salta, 1957. 5. La Gaceta fue fundada por Mariano Moreno el 7 de junio de 1810, como órgano de difusión del ideal revolucionario. 6. Citado por José Luis Busaniche, Historia Argentina, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1976.
Fuente: Felipe Piña – Clarín Revista