Se dividen el trabajo y los recursos de manera equitativa. Los hombres pueden visitar, pero no quedarse a dormir.
En ese objeto precioso que es El medio es el masaje (vale la pena rastrear la edición de Paidós) Marshall McLuhan, con la asistencia gráfica precisa de Quentin Fiore, sentenciaba que el público se había terminado con la explosión de los «medios eléctricos».