Se trata de una obra del italiano Mario Palanti, autor del ícono porteño. Fue sede de la Embajada de Irán, galería de arte y hoy está en plena restauración.
Al principio fue una festividad religiosa. Hoy se convirtió en una excusa perfecta para revivir las tradiciones irlandesas como bailar música celta, vestirse de verde y brindar con cerveza.