Cuando Ernesto Guevara de la Serna aún no era el “Che”, pero sí un estudiante de medicina que se embarcaba en la aventura de recorrer américa en La Poderosa, fue hasta Miramar para despedirse de su novia “Chichina” Ferreyra. Él tenía 23, ella 18 y sus padres, dueños de una enorme fortuna, se oponían la relación. América Latina lo transformó, los años sin verse y el recuerdo que nunca murió
MIRÁ EL TRÁILER. Un documental sobre su vida. Recién estrenado trata sobre el cantante de ópera y captura los dos lados del tenor.